“We found India easy to govern because she was like the pack horse, well accustomed to carry a burden, and the one we have imposed may be light in comparison with others she has borne, but Affghanistan with its unsubdued mountain tribes is a horse which has never known bit or bridle and never been mounted, that will plunge and fret as he feels the curb, and none but a skilful rider should mount him, and he will best manage him by keeping a tight rein and alternatively caressing him and punishing him with the cold iron,” [1]

Introducción:
 Con la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, el 30 de agosto del 2021 tras el Acuerdo con el Talibán o Emirato Islámico de Afganistán,[2] se cierra un capítulo más en la larga historia de guerras e intervenciones que han tenido lugar en este Estado.

Si bien muchos están tentados en hablar de catástrofe, en realidad el colapso más claro ha sido el referido al sistema establecido en 1945 por las Naciones Unidas relacionado con el uso de la fuerza. Prueba fehaciente de la existencia de dos universos paralelos en el derecho internacional, donde en uno de jure, primaría el consentimiento y la soberanía, mientras que en otro de facto, prima el poder, el interés y a veces en forma casual la justicia, como se ha visto con la Resolución 2593 del Consejo de Seguridad. En la misma, el órgano encargado de regular el accionar militar, se contenta con reafirmar la soberanía e integridad territorial de Afganistán, condenar los atentados ocurridos el 26 de agosto en el Aeropuerto de Kabul, tomar nota de la condena de los talibanes al mismo, exhortar a que Afganistán no sea un refugio de terroristas, reafirmar la necesidad de preservar los beneficios en el campo de los derechos humanos y de la mujer obtenidos en los últimos veinte años.[3] La pregunta a plantearse es entonces: ¿Para qué una coalición de Estados libró una guerra que duró casi veinte años?

Si bien las respuestas existen, no es este el tema a tratar aún, sino el análisis de tres conflictos previos que tuvieron como protagonista al territorio afgano desde las primeras décadas del siglo XIX, hasta las primeras del XX, y que quizás muestren algunas claves para una mejor comprensión de los que acontecieron posteriormente.

La Primera guerra anglo- afgana 1838- 1842.

Lord Auckland, Gobernador General de la India en 1836, consideraba que existía un peligro en los designios de Persia y Rusia sobre Afganistán y el territorio indio. Un Afganistán fuerte, bajo firme control británico, sería en consecuencia la pieza central de su política en Asia Central. Por estas razones decidió enviar al Capitán Alexander Burnes en una misión comercial a Kabul para obtener el favor del rey Dost Mohammed, expandir el comercio y la influencia británica. No obstante, el carácter de la misma era realmente político y de obtención de información frente al sitio de la ciudad de Herat por Persia, así como por la presencia de enviados persas y rusos en Kabul.[4]

En el verano de 1838, el gobierno anglo-indio decide concluir un Tratado con Ranjeet Singh, soberano del Punjab y Shah Soojah, ex rey de Afganistán, con el objeto de que este último reconquiste el trono, con asistencia de las Partes, pero sin intervención militar. No obstante, Lord Auckland modificará posteriormente su decisión, enviando un ejército para reponer a Soojah en el trono de Kabul.

Muchos entendieron que esta decisión era una invitación al desastre. En primer lugar Dost Mohammed no era particularmente contrario a los intereses británicos, y voces experimentadas se alzaron contra la iniciativa. Monstuart Elphinstone, primer enviado británico a la corte de Kabul en 1808, quien conocía bien las falencias de Soojah, afirmó que si un ejército se enviaba, podría cruzar los pasos y tomar Kabul entronizando a Soojah, pero no había esperanzas de mantenerlo en “un país pobre, frío, remoto y en medio de gente turbulenta.”[5] Lord Bentinck, antecesor de Auckland, lo consideró un acto de locura, y el Duque de Wellington fue del mismo parecer: “this wild expedition into a distant region of rocks and deserts, of sands and ice and snow, as an act of infatuation.”[6] El vencedor de Waterloo, con gran sagacidad, estimó que una vez que se cruzara el Indo para establecer un gobierno, habría que hacerlo en forma imperecedera.

Los objetivos primarios de Auckland eran levantar el sitio persa a Herat o reconquistarla, y colocar a Soojah en el trono de Kabul. No obstante, antes del avance del ejército del Indo, ya no existía la amenaza a Herat, así que solo quedaba esta decisión de invadir otro Estado. Las consideraciones, en consecuencia, se fundaron en el Tratado con Ranjeet Singh del Punjab y Soojah, así como supuestas razones de política defensiva. Este último argumento no era muy fuerte, pues lo que se iniciaba era una guerra ofensiva  para imponer por la fuerza a un rey, cuyo pueblo ya era en ese tiempo considerado recalcitrante.

Es así que el 10 de diciembre de 1838, Sir Willoughby Cotton inicio la marcha con un ejército de 14.500 hombres que llegará a Kabul el 6 de agosto de 1839. El monarca de la dinastía Dooranee, por su parte, ya habría cruzado el Indo, acampando en Shikarpore, donde se le une William Hay Macnaghten  enviado y ministro de la India ante la nueva Corte.

Sir Henry Marion Durand sostuvo luego que el envío de Macnaghten fue una decisión desafortunada, pues si bien era un hombre erudito, no tenía experiencia, siendo ignorante del país, del pueblo de Afganistán y de sus intrigas.[7] Macnaghten, uno de los arquitectos del pacto tripartito, fue quien inspiró a Auckland en su política intervencionista. Sin embargo su final sería trágico, ensombreciendo su reputación, llevando a la ruina la expedición y afectando el prestigio de Gran Bretaña en la India.

Tras una serie de vicisitudes y enfrentamientos, Shah Soojah entra en Kabul el 7 de agosto con todos los honores, junto a Macnaghten, Burnes y el ejército anglo indio después de treinta años de exilio, dirigiéndose al palacio -fortaleza de Balla -Hissar. No existía en esta recepción el menor entusiasmo del pueblo frente a quien consideraban un títere de los británicos, pero que sin embargo, demostró más valor que ellos finalmente.[8]

Establecido en el trono Soojah y con el poder inglés afirmado en solo tres ciudades: Kandahar, Guznee y Kabul, rápidamente se observa la necesidad de una presencia militar permanente.

Las causas eran que el ex rey Dost Mohamed, si bien fugitivo, estaba aún en Afganistán, y la corrupción en el gobierno del monarca reinstaurado era notoria.[9] Macnaghten pretendía que la ocupación de territorio fuese temporal. Al efecto, establece una leva de tropas locales entre las tribus, pagadas por Inglaterra y comandada por oficiales británicos, pero estas imbuidas de inconstancia demostraron ser indisciplinadas y traicioneras.[10]

En 1840 las tropas británicas, a instancias del rey, abandonan la fortaleza de Balla-Hissar y se establecen en acantonamientos cercanos con sus familias, llevando una activa vida social.[11] Mientras tanto en el interior del territorio las tribus continuaban provocando conflictos que eran con más o menos éxito sofocado por las tropas anglo—indias. Al mismo tiempo, la interferencia británica debilitó las bases económicas sociales y políticas de los grupos más influyentes, a través de impuestos y reformas en aras de la eficiencia y modernización.[12]

Para entonces, la Compañía de las Indias Orientales y Auckland comenzaron a preocuparse por los gastos que provocaba la presencia militar y decidieron que se debían reducir, entre ellos los subsidios a los jefes tribales. Cuando Macnaghten, quien estaba en contra de estas medidas, informa a los jefes, estos deciden cortar las comunicaciones entre la India y Afganistán a través del paso Khyber. A su vez, el hijo de Dost Mohammed, Akbar Khan, a su retorno del Turkestán, comienza a fomentar una rebelión contra los ingleses.

No obstante lo dicho, no debe suponerse que los británicos fueron barridos de Afganistán por una oleada de patriotismo, pues las protestas se basaban en intereses sectoriales y el levantamiento era más una expresión de desesperanza que una revolución. Fue el fracaso inglés en tomar medidas rápidas y drásticas lo que permitió que el movimiento tomara fuerza y que los rebeldes enarbolaran la bandera del Islam. [13]

El levantamiento del 2 de noviembre de 1841, se inició con el asalto a la casa de Alexander Burnes, asesinando al Enviado y a su hermano, entre otros, incendiando y saqueando al Tesoro, junto a varios fuertes. El motín se extendió a toda la ciudad, sin una reacción rápida de los británicos cuyo nuevo comandante William Keith Elphinstone estaba enfermo y además era de carácter indeciso.

Algunas tropas intentaron sofocar los desórdenes y se pidió ayuda a otras ciudades como Kandahar y Jallalabad donde había tropas inglesas al mando de los generales Nott y Sale. La guarnición de Kabul, debilitada por el retiro de soldados, aún podría haber sofocado la rebelión, de allí que la primera causa del fracaso fue la falta de liderazgo militar. La situación se deteriora rápidamente por una mezcla de malas decisiones y ataques continuos de los afganos.

Tras el combate del puente de Behmaroo, la posición de las tropas de la Compañía se vuelve insostenible. Es en ese momento que reciben una carta de Osman Khan, uno de los jefes de la rebelión expresando que si bien la destrucción de las fuerzas británicas era inevitable, no era el deseo de ellos llegar a esos extremos, siendo el único que se evacúe el país dejando que los Sirdars se gobiernen a sí mismos y con un rey de su elección. Al consultar Mcnaghten con Elphinstone éste le respondió. “it is not feasible any longer to maintain our position in this country, and that you ought to avail yourself of the offer to negotiate which has been made to you.” [14]

El desastre militar del 29 de noviembre de 1841 obligó a Mcnaghten a negociar, si bien, desde que se inició la rebelión intentó sembrar la discordia entre los jefes afganos. Con la ayuda de Mohun Lal, un asistente de Burnes refugiado en el barrio persa de Kabul y John Conolly, su representante ante Soojah, habría ordenado el asesinato de varios jefes de la rebelión.[15] Fue esa actitud, cierta o no, la que decidió a los jefes afganos a poner fin a la vida de Mcnaghten.

Éste, finalmente ante la cobardía de muchos soldados, la indecisión de los comandantes, el invierno y la falta de provisiones decide negociar el 11 de diciembre de 1841. El Tratado, cuyo texto llevaba consigo, proponía que los ingleses evacuarían Afganistán sin sufrir molestias, con provisiones y rehenes en su tránsito a la India. Dost Mohammed, por ese tiempo en manos de los ingleses, su familia y otros exilados podían regresar mientras que Shah Soojah tendría la opción de quedarse en Kabul o regresar a la India. También se otorgaría una amnistía a sus seguidores y a quienes fueron aliados de los británicos, la liberación de todos los prisioneros, así como amistad perpetua y buenos oficios entre británicos y afganos, con la solemne promesa de que ninguna fuerza británica volvería, salvo si era convocada.[16]

El Tratado en principio fue aceptado por Akbar Khan, dando un plazo para la retirada de tres días, pero ambas partes lo incumplieron. Mcnaghten continuó intrigando e intentando sobornar a los jefes. Akbar conoció estas maniobras y decidió tenderle una trampa. Al efecto, envía emisarios para expresarle que los británicos podían quedarse en Afganistán hasta la primavera, retirándose voluntariamente, que se le entregaría la cabeza de Ameenoola Khan, uno de los poderosos líderes rebeldes, y que por esos servicios se le debiera pagar treinta millones de rupias y una pensión anual de cuatrocientas mil. Salvo la cuestión del asesinato, Mcnaghten acepta el plan en general y decide reunirse al día siguiente, 23 de diciembre de 1841.

Todos los que lo aconsejaron sospechaban que era una trampa, pero el Enviado hizo oídos sordos. Cuando Akbar le pregunta si está de acuerdo con las propuestas, responde afirmativamente, siendo capturado, asesinado, y cortado en pedazos, y sus restos colgados en el bazar.

Eldred Pottinger, sucesor de Mcnaghten, informa a los jefes militares las dos alternativas que le quedaban a los británicos: fortalecerse en el Balla -Hissar o retirarse de Afganistán hacia la India. Estos, en cambio, deciden que lo mejor es negociar, a pesar de que las condiciones eran desfavorables, pues además del dinero prometido por Mcnaghten y la negativa de entregar alimentos si no lo hacían, debían dejar casi toda la artillería y rehenes. El tratado, ratificado por los principales jefes tribales, estableció que veinticuatro horas después de recibir el transporte, bajo la escolta y protección de ciertos jefes, los británicos deberían evacuar Kabul y los rehenes serían liberados cuando Dost Mohamed llegase desde la India a Peshawar. [17]

El 6 de enero de 1842 comienza la retirada de cuatro mil quinientos soldados, seiscientos noventa de los cuales era británicos, sin contar con varios miles de asistentes y las familias. Ya desde el inicio la retaguardia fue atacada por los afganos, que aprovecharon el descontrol de la marcha y las condiciones climáticas, acciones  que en algunos casos fueron repelidas por los ingleses. Los ataques y saqueos continuaron hasta que, al llegar a Bootkah, Akbar Khan. Quien los esperaba, les recrimina que esos ataques se produjeron por su salida apresurada de Kabul. Les solicita que se detengan, y toma como rehenes a Pottinger, Lawrence y Mackenzie, cobrando por sus servicios quince mil rupias.

Lady Sale, esposa de uno de los comandantes británicos que se había retirado anteriormente a Jallalabad, expresó la situación en su diario: “Snow still lies a foot deep on the ground. No food for man or beast; and even water from the river close at hand is difficult to obtain as our people are fired on in fetching it.” [18]

Otro testigo, el entonces teniente Vincent Eyre afirmó: “The effects of two nights’ exposure to the frost in disorganising the force can hardly be conceived. It had so nipped the hands and feet of even the strongest men as to completely prostrate their powers and incapacitate them for service; even the cavalry, who suffered less than the rest were obliged to be lifted on their horses. In fact only a few hundred serviceable fighting men remained.” [19]

El 8 de enero lo que quedaba de este ejercito llega al Paso de Khoord- Kabul, una garganta de cinco millas de extensión. Desde los cerros que la rodeaban comienza una nueva masacre y si bien los jefes afganos que acompañaban a la columna intentan detener el fuego, no son obedecidos, con el resultado de quinientos soldados muertos, así como civiles y porteadores.[20] El 9 de enero Akbar Khan solicita que las mujeres y niños con sus maridos fueran entregados a su custodia, para lograr un paso seguro hacia la India. La sugerencia es aceptada por Elphinstone, pero los ataques no cesan y en la garganta de Tunghee -Tariki las avanzadas deciden esperar al resto del contingente tras sortear un nuevo ataque de las tribus, pero el resto del ejército no pudo atravesarla, pues había sido exterminado. Lo que quedaba eran aproximadamente cien hombres del Regimiento 44 de infantería, un destacamento de artillería montada y un cañón.

Akbar Khan seguía afirmando su inocencia y que los montañeses Ghilzai estaban fuera de su control, pero que si los oficiales y soldados entregaran sus armas y sus personas se encargarían de la seguridad. Esta proposición es negada, pero Elphinstone y el Brigadier Shelton también pasan a formar parte de los rehenes junto a las mujeres sobrevivientes, sus esposos e hijos.

El 11 de enero, mientras las tropas inglesas atraviesan el paso de Tezeen hacia el valle de Jugdulluk se enfrentan a barreras de espinos que bloquean el paso. Los ochenta soldados que pudieron quebrar las mismas fueron masacrados al día siguiente en Gandamack [21] y solo uno de ellos llega a salvo a Jallalabad. [22]

En Jallalabad, el general Sale, quien había llegado en noviembre de 1841, preparó las defensas con la asistencia del capitán de ingenieros George Broadfoot, hermano de uno de los asesinados en la residencia con Burnes. Tras rechazar Sale las propuestas de Akbar Khan, el l7 de abril de 1842 decide enfrentarlo en campo abierto y lo vence, levantando el sitio en forma definitiva el General Pollock quince días después. [23]

George Pollock, comandante del ejército que Gran Bretaña envía como represalia, derrota a las tropas de Akbar Khan que sumaban más de quince mil hombres en Huft Kotul [24] y llega a Kabul el 16 de septiembre, procediendo a la demolición del Char Chutter o los 4 Bazares, donde la cabeza de William Hay Mcnaghten y Alexander Burnes habían sido expuestas. Días después llega el General William Nott quien había defendido Kandahar.

Con respecto a los rehenes, sus testimonios indican que fueron tratados con cortesía por Akbar Khan, si bien en condiciones miserables.[25] El general Elphinstone y otros murieron en cautiverio, llegando los rehenes a Kabul el 21 de septiembre de 1842. Shah Soojah fue asesinado, y su sucesor Futteh Jung, cansado de las vicisitudes de ser un monarca afgano, cedió el trono y acompañó a los británicos de vuelta a la India junto a muchos asistentes que habían sobrevivido a las masacres. El 12 de octubre, Pollock y Nott se retiran de Kabul, destruyendo parcialmente a su paso Jalalabad y Ali Musjid. Mientras cruzaban a la India, el ex rey Dost Mohammed volvió a ocupar su trono que mantuvo hasta 1863.

Desde el momento en que Auckland se enteró el levantamiento, consideró que sería inútil ayudar al ejército del indo y que Afganistán debía ser abandonado. Su decisión se basó en aspectos logísticos y estratégicos, pues las tropas de ayuda no podrían llegar antes que la nieve cerrase los pasos, debiendo además preservar la seguridad de la India. Así como el temor de una rebelión india lo había llevado a ocupar Afganistán, ahora ese mismo temor lo impulsó a abandonarlo. El cambio en su estrategia quedó claramente expuesto en una carta a Mcnaghten del 4 de diciembre de 1841 al afirmar: “Afghanistan could not be held except at a cost incommensurate with any likely benefits.” [26]

Al decir de Forbes: “La guerra de Afganistán es un periodo de la historia sin características admirables, con excepción de la defensa de Jallalabad la firmeza de Nott y la constancia de Pollock. Más allá de esto hay una sombría confusión, tergiversación, falta de escrúpulos, intriga, deterioro moral y deshonor indecible.” [27]

La Segunda guerra anglo- afgana 1878-1880
 Tras la muerte de Dost Mohammed en 1863, su hijo Shere Ali ocupa el trono, estableciendo relaciones cordiales con los ingleses. El objetivo de Gran Bretaña era que Afganistán fuese un Estado tapón entre la frontera Noroeste de la India y los avances territoriales de Rusia en el Asia Central, manteniendo el status quo que existía desde 1842. No obstante, en 1876 el nuevo virrey Lord Lytton llega a la India, con instrucciones de quebrar esa política de magistral inactividad que su antecesor Lord Northbrook había practicado, e iniciar una nueva base para la relación con el emir de Afganistán.[28]

En consecuencia, Lytton decide enviar una misión a Kabul para requerir de Shere Ali la aceptación de un residente permanente, así como el acceso a las posiciones de frontera de Afganistán por parte de los oficiales británicos. Estas demandas iban acompañadas de vagas promesas de un estipendio y de la defensa del país. Shere Ali entiende que las relaciones estaban bien tal como estaban y que no podía garantizar la seguridad del enviado británico. Si admitía un residente británico también debía hacerlo con uno de Rusia. Gran Bretaña, como respuesta, le envía una intimación expresando que si no recibía a la misión deberían considerar a Afganistán como un Estado que voluntariamente se ha aislado de la alianza y el apoyo del gobierno británico.[29]

Tras el fracaso de las negociaciones y en el marco de un conflicto entre Rusia y Turquía, Stolietoff, el enviado ruso, llega a Kabul en agosto de 1878. Ya no quedaba para Inglaterra otro camino que insistir en la recepción de una misión británica, designando para esa función a Sir Neville Chamberlain, pero al intentar este atravesar la frontera su ingreso es denegado. El virrey decide entonces declarar la guerra, pero el gobierno le ordena que envíe una nota solicitando un pedido de disculpas, más un ultimátum, considerando la fecha del 20 de noviembre como la de inicio de las hostilidades.

Al no recibirse respuesta el 21 de noviembre, Sir Sam Browne cruza el Khyber, el general Roberts hace lo mismo en el distrito de Kuram, el General Biddulph desde Quetta y el general Stewart hacia Kandahar, iniciándose la invasión.

Mientras tanto, la misión rusa se había retirado de Kabul y Shere Ali ya sin esperanzas de ayuda por parte de estos, libera de la prisión a su hijo, Yakoub Khan, intentando seguir a los rusos, quienes no le permiten atravesar la frontera, muriendo el 21 de febrero de 1879. Forbes entiende que fue un hombre que mereció mejor destino pues buscó la independencia de su nación, pero derivó en un “earthen pipkin between iron pots”: una calabaza de barro entre ollas de hierro.[30] Su hijo decide negociar con los ingleses, y el 26 de mayo de 1879 el tratado de paz fue firmado en Gandamack. Por este, Afganistán se convertía en un feudatario de la Corona británica, perdiendo su independencia, pero manteniendo su rango y una soberanía nominal, otorgándose a Gran Bretaña el control sobre sus relaciones exteriores. El Emir consentía la presencia de agentes británicos en su territorio garantizando su seguridad[31], mientras que el gobierno inglés expresaba que no interferiría en la administración interna del Estado. Los distritos de Pisheen, Kuram, y Sibi eran considerados bajo protección inglesa pero sin ser separados del territorio afgano. También se establecía un control permanente de los pasos Khyber y Michnai y las tribus en su vecindad. El resto del territorio bajo ocupación inglesa era devuelto.[32] El Gobierno británico se comprometía a apoyar al emir contra cualquier agresión extranjera con armas, dinero y tropas a su discreción,[33] pagando un subsidio a él y sus sucesores de sesenta mil libras.[34] El comercio entre ambas partes debería ser protegido y aumentado [35]así como la construcción de una línea telegráfica entre Kabul y Kuram,[36]  comprometiéndose a decretar una amnistía para sus súbditos que hubieran prestado servicio para los ingleses en el conflicto.[37]

Sería el negociador del tratado, Sir Louis Cavagnari, a quien le cupiera el honor de ser el primer enviado residente en Kabul, llegando el 24 de julio de 1879 con una escolta de setenta y cinco soldados del Cuerpo de Guías a la fortaleza de Balla-Hissar, frente al descontento del monarca y su pueblo.

En la mañana del 3 de septiembre de 1879, algunos regimientos afganos desfilan sin armas ante la fortaleza para reclamar sus pagos. Estos se realizan, pero las tropas insisten con aquellos atrasados. La demanda es rechazada y se inicia un motín dirigiéndose los rebeldes a la residencia británica, arrojando piedras, saqueando el arsenal y sitiándola. Se solicitó ayuda al emir, quien poco hizo, mientras los soldados organizan una defensa sin esperanzas, que culmina con la masacre de Cavagnari y sus tropas.

La política de Lord Lytton sufre un revés, dando la razón a la masterly inactivity de Lawrence, pero el virrey asume que se han violado las inmunidades diplomáticas. Si bien Mcnaghten y Burnes eran personeros de un usurpador detestado, Cavagnari era representante diplomático en virtud de un tratado. De allí que el 5 de septiembre en Simla se prepara la segunda campaña, al mando del mayor general Sir Frederick Roberts, quien había combatido con distinción en el motín de la India en 1857, en la campaña de Abisinia de 1868 y en Kuram entre 1878 y 1879.

Yakub Khan por su parte, se niega a declarar una jihad contra los ingleses y, preocupado por su futuro, se entrega a las tropas inglesas, que avanzan rápidamente a Kabul llegando el 11 de octubre. En lugar de destruir nuevamente, se prefiere juzgar a los culpables bajo cargos de haber atacado la misión, asesinado a su integrantes, y rebelarse contra los armas británicas que actuaban en apoyo del monarca, castigándolos con la horca, entre ellos el alcalde de Kabul al que siguen un centenar.[38] El 11 de noviembre las ejecuciones cesan, y se dicta una amnistía para las tropas rebeldes, menos aquellos que atacaron la residencia.

Tras la renuncia de facto de Yakub Khan y la proclamación del 28 de octubre, Roberts se convirtió en la autoridad en el este y norte de Afganistán, si bien en un área circunscripta a Kabul y algunas provincias. Forbes afirma que: “El invasor de Afganistán debe saber que es inevitable un levantamiento nacional, pero como los afganos son un pueblo inmerso en disputas tribales y feudos domésticos nunca se sabe cuándo se desatará la tormenta.”[39]

En el caso de Shah Soojah tardó dos años, en el de la ocupación por Frederick Roberts solo dos meses. La deportación de Yakub Khan a la India despertó aún más el odio al inglés, y, como en muchos de los conflictos en el país surge un clérigo musulmán detrás de los levantamientos. Este fue Mushki-i –Alum, el Mullah de Guznee, quien predicó entre las tribus la necesidad de una jihad dejando de lado las luchas intestinas y unificándose contra el invasor.

La bandera del Profeta fue desplegada y la nación entra en un éxtasis de fanatismo. Junto al anciano clérigo estaba Musa Khan, hijo de Yakub, siendo su comandante Mahommed Jan quien trazó un plan para acabar con los británicos. Estos son atacados en Kabul, en el acantonamiento de Sherpur en diciembre de 1879. Los afganos ofrecieron a Roberts un acuerdo similar al que Akbar Khan hiciera a Elphinstone, o sea retirase de Afganistán y reinstalar al Yakub Khan. Pero este no acepta, defiende eficazmente su posición y el asedio de nueve días de Mahommed Jan fracasa totalmente, perdiendo más de tres mil hombres frente a los dieciocho de Roberts. [40]

Tras tomar algunas medidas de castigo, Roberts dicta una amnistía excluyendo a los líderes de la rebelión y estipulando que los jefes de las tribus deben enviar representantes a Sherpur para recibir explicaciones sobre el gobierno del país. Un Durbar se reúne el 9 de enero de 1880 con más de doscientos jefes del Kohistan, Logur y Ghilzai, recompensándose a los que fueron fieles. Roberts fortalece la ciudad y los alrededores preparándose si fuera el caso para una segunda rebelión, siendo suplantado el 2 de mayo de 1880 en el comando por Sir Donald Stuart.

La cuestión pendiente era que la ocupación de Afganistán se había prolongado mucho más de lo querido y debía mantenerse hasta encontrar quien lo gobernase tras la evacuación, pues los británicos no deseaban pasar otro invierno en el territorio. Lepel Griffin, miembro del Departamento Político del Servicio Civil Indio, llega a Kabul en mayo de 1880 con la misión de encontrar un nuevo líder, pues la decisión era que Yakoub Khan no retornaría a Afganistán. Quizás el país se desmembrara, pues esa era una de las opciones, pero si se encontraba un líder fuerte para gobernar y amigo de los ingleses. Se respetaría la voluntad del pueblo para elegir quien quisiera.

En los hechos Inglaterra ya había elegido como emir a Abdurrahman, el nieto mayor de Dost Mohammed, hijo de Afzul Khan, el hermano de Shere Ali, quien había estado exilado en Taskent donde el general Kauffman, gobernador general del Turkestán le había otorgado una pensión. Como el nuevo emir parecía indeciso y era amigable con los rusos, para apurar su decisión y antes de un rompimiento, se le envía una carta para que definiera su aceptación o rechazo. En la misma se explica que Inglaterra no permitiría la injerencia de potencias extranjeras en el país, por lo que de allí que no podría tener relaciones políticas con ninguna potencia extranjera y si alguna intentara una agresión Inglaterra repelería la acción. Tras unas series de reuniones con Griffin, 11 de agosto de 1880 Abdurrahman acepta, se encuentra con Sir Donald Stuart y ocupa su trono en Kabul.

Con la derrota inglesa en Maiwand a manos de Ayub Khan, hijo de Shere Ali, y la victoria de Roberts en Kandahar en septiembre, finaliza la guerra. El nuevo emir confirma el Tratado de Gandamack en todo su contenido y se decide reincorporar Kandahar a Afganistán.

Si bien los británicos ya no tuvieron un ministro residente en Kabul consiguieron sus objetivos y no hubo más conflictos en el periodo de gobierno de Abdurrahman quien fue conocido como el emir de hierro. Rusia desde el Turkestán, no obstante, avanza en la frontera con Afganistán culminando este proceso con el incidente del área de Pendjeh que casi provoca una guerra entre Gran Bretaña y Rusia.[41] La controversia sobre la frontera entre Afganistán y Rusia fue finalmente solucionada por negociaciones, a través de una Comisión de Límites entre Rusia y Gran Bretaña en 1887.[42]

En 1893 Mortimer Durand fue enviado a Kabul para fijar los límites de sus respectivas esferas de influencia y en noviembre del mismo año se traza la línea Durand. Esta crea una nueva provincia la de la frontera noroeste en la India imperial dejando a la mitad de las tribus Pashtun bajo control británico en Waziristán, lo que daría problemas a los ingleses por muchos años, así como a los soviéticos y norteamericanos con posterioridad. Esta frontera heredada por Pakistán en 1947, nunca ha sido reconocida plenamente por Afganistán. [43]

Concluyendo esta parte del relato, quizás lo mejor sea citar a Lord Roberts: ‘We have nothing to fear from Afghanistan, and the best thing to do is to leave it as much as possible to itself,” [44]

La Tercera guerra anglo- afgana 1919
 “After the breakdown of the Russian Empire in 1917, the sole inducement for Afghanistan to remain within the British orbit was removed (at any rate for the time being) and events were to prove that the sudden cessation of the pressure from the north had made a greater impression on the Afghan mind than the victory of Great Britain.” [45]

Con la muerte de Abdhurrahman Khan en 1901, sube al poder su hijo Habibullah Khan, un líder pragmático que mantuvo el equilibrio entre los intereses de Gran Bretaña y Rusia. También observó la neutralidad en la Primera Guerra Mundial, a pesar de las presiones que sufrió por parte de Turquía y Alemania para aliarse a las Potencias Centrales.

En febrero de 1919 le escribe al virrey Lord Chelmsford, solicitando que la Conferencia de Paz reconociera la independencia de Afganistán, y su plena libertad de acción. La respuesta fue que la Conferencia era solo para los Estados beligerantes, si bien los intereses afganos serian tenidos en cuenta.[46] El 20 de febrero el emir es asesinado, sucedido por su hijo Nasrulla Khan, quien dura una semana en el trono, siendo sustituido por Amanullah Khan. Este, considerando la debilidad británica tras la Primera Guerra Mundial, los movimientos independentistas de la India y quizás los consejos de los soviéticos que pretendían incendiar el oriente, aunado a un fuerte nacionalismo, decide dejar de lado la relación con Gran Bretaña que había mantenido su padre y abuelo, declarando la que se conocería como Tercera guerra Afgana.

En esta ocasión, al contrario de los otros dos conflictos, es Afganistán quien invade la India, intentando declarar una jihad que levantara a las tribus en la frontera y en el Punjab, iniciando las operaciones el 3 de mayo de 1919 con la invasión al Paso Khyber.

Los británicos, si bien con problemas debido a los esfuerzos de guerra, habían construido un excelente sistema de carreteras en la frontera noroeste con tropas regulares e irregulares. En consecuencia rechazan rápidamente a los afganos en varios puntos de la frontera, y con apoyo aéreo bombardean Jallalabad y Kabul, retirándose del valle de Tochi y Wana. A pesar de las dificultades de la situación descripta, Inglaterra y la India colocaron más de ciento cuarenta mil hombres en la frontera noroeste en quince días desde el inicio de las hostilidades, y en una semana el ejército afgano había sido derrotado. El rápido avance en la región de Khaibar impidió que las tribus Afridis y Mohmands se rebelaran, evitando una campaña más seria y prolongada.

El 28 de mayo el emir solicita un armisticio informando que la guerra había sido un malentendido y que las acciones eran puramente defensivas, considerando los bombardeos a Kabul como acto de agresión, pero como prueba de magnanimidad había ordenado detener los ataques. [47]

La aceptación por parte del Gobierno británico de las propuestas de paz, si bien fueron criticadas por algunos sectores, se basaban en las anteriores experiencias, pues una invasión a Afganistán hubiera sido costosa en términos de vidas y fondos, con una Inglaterra debilitada tras la primera guerra y la necesidad de mantener a Afganistán unido como barrera entre la India y la Rusia Soviética. El restablecimiento del control de los ingleses sobre las tribus en la frontera fue un golpe para Amanullah a quien también se le solicita como prueba de su sinceridad que obligue a abandonar el país a los agentes bolcheviques y a los secesionistas indios.

En las negociaciones de paz, la delegación afgana trató de impresionar con una actitud desafiante, intentando mantener los subsidios, ganar el control de sus relaciones exteriores, conseguir Waziristán así como otras áreas tribales y evitar perder más territorio. Sin embargo, los ingleses les presentan el Tratado como un ultimátum, que fue aceptado siempre que la independencia en sus asuntos internos y externos fuese concedida. El 8 de agosto de 1919 por el Tratado de Rawalpindi se la reconoce oficialmente como Nación libre e independiente.

Ya era imposible para Gran Bretaña mantener el sistema sin realizar cambios profundos. El orden anterior había cumplido su objetivo al evitar que la Rusia zarista anexase a Afganistán. Pero el Imperio del zar había sido sucedido por los bolcheviques que en ese momento no parecían tener expectativas de consolidarse. De allí que a largo plazo convenía tener relaciones amistosas con los afganos, aunque los términos eran demasiado favorables, pareciendo que fue una victoria de estos Así lo consideró Amanullah, quien festeja su independencia y solo libera al Agente británico en Kabul tras la firma del Tratado, en este caso sin asesinato.

Por el Tratado de Rawalpindi, Afganistán cedió el privilegio de importar armas y municiones a través de la India,[48]se confiscaron los subsidios anteriores y se abandonó la práctica de pagos al Emir.

por Hernando Vicente Cañardo *

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* Profesor Titular Derecho Internacional Público. Pontificia Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires”. Profesor Titular Derecho Internacional Público Doctorado en Ciencias Jurídicas Pontificia Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires”