Don Francisco Pascacio Moreno fue uno de los grandes hombres que dio el país; apasionado por la naturaleza y por la investigación incansable de la flora y la fauna autóctonas, el famoso Perito fue, entre otras cosas, el que formó parte de la comisión argentina para dirimir la cuestión de límites con Chile. 

¿Pero cómo nació ese amor intenso de Moreno por la tierra donde había nacido? Es el mismo Perito el que expresa que al contemplar el desfile de las tropas argentinas por las calles de Buenos Aires que provenían de la guerra contra el Paraguay, sintió un impacto interior que iba a cambiar para siempre el curso de su vida. En esas fuerzas se podía observar a muchos combatientes heridos, harapientos, y seguramente mal alimentados; pero a medida que se iban acercando, la gente que se agolpaba para verlos pasar sintió un impacto poco común, pues el recogimiento y la admiración se hacían presentes en cada gesto y en cada lágrima que vertía cada uno de esos hombres y mujeres que vivieron ese acontecimiento incomparable.   

Pero sigamos la narración del propio Moreno cuando desde una esquina, entremezclado entre la multitud, observa con enorme expectativa cómo esos héroes que dejaron todo en el campo de batalla se van aproximando al lugar donde él se encontraba, para verlos pasar con toda gallardía. Su corazón se llenó de gozo y su espíritu se ensanchó de dicha. 

Estas son sus palabras: Creo que fue entonces que por primera vez pensé de qué modo podría servir a la Patria, a la que tanto amaban los que así caían. Años más tarde, niño todavía, oí un día la música marcial entre el bullicio de los carros de la calle Florida, distante pocos metros de la casa que habitábamos. Acudí al sitio del bélico ruido; eran los restos del glorioso 6º de línea que regresaba de su larga y penosa campaña del Paraguay. Aquellos soldados cruzaron ante los curiosos agrupados, indiferentes, con la indiferencia del que ignora que es vanagloria ante el deber cumplido; y ese batallón diezmado por los asaltos, aquella asta de lo que fue bandera, de la que sólo quedaban hilachas ¡qué grande impresión causó en mi espíritu! 

Esa impactante experiencia que vivió al ver desfilar a esos hombres cansados, agotados, es la que indujo a Moreno a transitar ese camino de grandeza, con el fin de enaltecer a la Patria que el gran naturalista veneraba.   

Resulta admirable que solo un encuentro con esas tropas agobiadas por una campaña feroz e implacable, pero orgullosas por el deber cumplido, haya calado tan hondo en el espíritu del futuro centinela de las tierras australes.                           

Pero para no extendernos hemos de referirnos a una de las tantas actividades que hizo el gran Perito a lo largo de su admirable vida y es el de la educación, faceta a la que Moreno le dedicó tanto tiempo y que no resulta muy conocida. es que la preocupación que el Perito sentía por la enseñanza y la educación, era enorme. Debido a su vasta actividad en el campo educativo, Moreno, al igual que Sarmiento o Avellaneda, debe ser también considerado como uno de los mayores educadores de nuestra Patria. 

Su inquietud por el desarrollo de la educación comienza cuando don Francisco se vincula con hogares ubicados en el sur de la ciudad de Buenos Aires, como los de Parque Patricios y Barracas, donde advierte el ambiente de pobreza e indolencia en que vivían esas familias y en donde los niños deambulaban por ese escenario malsano, sin posibilidad alguna de acceder a una buena atención sanitaria, y mucho menos, a una enseñanza digna. 

Muchas veces había chicos abandonados por sus padres que vivían en total desamparo, siendo presas fáciles de los inescrupulosos que los utilizaban para cometer delitos y toda clase de crímenes. A esa tremenda situación se sumaba la gran cantidad de analfabetos que existía sobre todo, en las zonas rurales. 

Pues bien, ante esta terrible realidad, Moreno no se iba a quedar de brazos cruzados por lo que se comprometió a combatir ese flagelo, utilizando todos los medios a su alcance para solucionar ese enorme drama al que estaban expuestos muchos menores, los que además tenían enormes problemas de desnutrición. 

Es así que en 1905 Moreno decide vender 22 leguas que tenía en el sur del país, con el fin de hacer varias reformas en su quinta sita en Parque Patricios; entre las principales reformas es de señalar que la amplia cochera que allí existía, fue transformada en una gran aula, a la que se le agregó una cocina; así también la casa de esa quinta contaba con un enorme comedor donde se servían alrededor de doscientas comidas diarias para la gente con menos recursos. 

Debido a la necesidad, la concurrencia a ese comedor fue creciendo llegándose a alimentar   alrededor de doscientos niños; en ese ambiente de solidaridad, nacen las llamadas escuelitas patrias; allí comenzaron a recibirse reciben a niños en doble turno. Con una visión de futuro enorme, el Perito estimaba que si los hijos de la Patria están mal alimentados y peor educados, el panorama se presentaría sombrío, desolador… No le faltaba razón.  

Con una donación que recibe, Moreno adquiere una casa en la calle Arena donde funda la llamada Obra por la Patria; en ese inmueble se crea un nuevo comedor para chicos procedentes de distintos barrios porteños, convirtiéndose luego en refugio para familias de pocos recursos.  

La función social de esa institución creada por Moreno fue de gran importancia, ya que no solo se encargaba de recoger a los niños para darles de comer, sino que sus integrantes se preocupaban también por su educación enseñándoles además, algunas labores manuales para que pudieran desenvolverse con autonomía, pero sobre todo con dignidad y honestidad. Es que Moreno y su gente se habían propuesto combatir la delincuencia rescatando a todos aquellos chicos que vagaban por la calle procurándoles un lugar cálido y afectuoso donde recibieran respeto y amor. 

Con esa inmensa labor educativa, Moreno no para de sorprender pues no sólo se conforma con fundar esas nuevas instituciones, sino también que lanza un concepto amplio, trascendente de lo que debe ser una verdadera escuela, tanto en lo formativo como en lo espiritual; y aquí él se da a conocer como un verdadero hombre de Estado. 

Este incansable investigador que conocía la Patagonia como la palma de su mano, vivía alarmado por la deficiencia de la enseñanza en nuestro país; por tal motivo propone un modelo nuevo, pues sostiene que para desterrar el analfabetismo no conviene una escuela abarrotada de niños, sino que esa institución debe tender a forjar el carácter del niño, con el objetivo de prepararlo para que en el futuro se convierta en un hombre útil para sí mismo y para la sociedad. 

Pero la labor de Moreno no se detiene, pues también se preocupa por el habitante de las grandes zonas rurales, es decir por esas familias alejadas de los centros urbanos que no cuentan con los medios suficientes para acceder a una educación básica. Estima que el hombre de campo no debe ser marginado ni abandonado, sino que debe ser integrado a la sociedad pues su experiencia en materia agrícola será de vital importancia para el desarrollo del país, concluyendo que sólo a través de la educación esa integración será posible. La escuela rural debe ser la que albergue al campesino, brindándole las herramientas para su desarrollo educativo, siendo el deber del docente inculcarle los principios del verdadero patriotismo.

Otra preocupación del Perito eran aquellos adultos que no podían estudios porque tenían que salir a trabajar para ganar el pan para sus familias.  Es por eso que funda las llamadas Escuelas nocturnas, con el propósito de que aquellos que no podían estudiar durante el día por cuestiones laborales, lo pudieran hacer a la noche.

El perito luchaba para que esa escuela nocturna se convirtiera en una institución que enseñara todas las disciplinas de aplicación práctica, y de acuerdo a las necesidades de cada región del país. 

Sin duda, Moreno pensaba en las futuras generaciones, en sus futuros dirigentes, que debían estar alerta para enfrentar una actividad política dura y complicada. Por tal motivo luchaba para que la Nación contara con educadores de excelencia, que es la llave para ingresar al concierto de las grandes naciones. 

Lamentablemente el mensaje de don Francisco Moreno ha caído en saco roto, pues desde hace muchos años el deterioro de la educación ha ido socavando el espíritu de los argentinos; y eso se debe a que los   políticos que no han sabido – o no han querido- escuchar la voz de los grandes próceres. 

Por último, hemos de señalar que las escuelas patrias fueron incorporadas al Patronato de la Infancia, donde el Perito formó parte de su comisión directiva, integrándose como vocal y pasando luego a ser presidente de la entidad.   

por Julio C. Borda