El mundo de Almodóvar suele ser el de las mujeres, en sus films las protagonistas irradian luz
porque las entiende íntimamente. Pocas de sus películas se han centrado y de una forma más
dramática en del mundo de los hombres, La ley del deseo, La mala educación entre otras y la que se
estrenó recientemente DOLOR Y GLORIA.

Ovacionada en Cannes, es uno de sus films más autobiográficos, a tal punto que el protagonista es
su alter-ego: Salvador Molla, un director y guionista cinematográfico que sufre de fuertes dolores
físicos, falta de creatividad y vacío existencial en su vida. Se ha retirado del cine hasta que una
retrospectiva organizada sobre su film más exitoso, pone en movimiento los recuerdos y los re-
encuentros con figuras de su pasado: el revivir el descubrimiento del deseo en la pubertad y una
intensa historia de amor de adulto, así como el encontrarse después de años con el actor de aquel
film con el que estaba enemistado y con quien ahora inicia una colaboración artística que lo
impulsa. Todo ello ayudará a curar viejas cicatrices y al perdón. Se podría sugerir que el dolor físico
atroz que padece Molla es expresión ante todo de sus heridas del alma (al iniciarse la película se
muestra al protagonista con una enorme cicatriz que le atraviesa el pecho)

El propio Almodóvar insinuó hace unos años que se retiraría del cine aquejado de fuertísimos
dolores de espalda y tras la muerte de su madre. Por suerte no lo hizo y nos ha entregado una de
sus obras más maduras.

Se destaca Antonio Banderas (ganador a mejor actor en Cannes) por la madurez actoral de su
interpretación , muy bien secundado por Penélope Cruz, Asier Etxeandia y una participación muy
especial de Leonardo Sbaraglia. No es la única presencia de nuestro país: aparte de una breve
aparición de Cecilia Roth, la excelente dirección artística se inspira en el propio departamento de
Almodóvar con sus obras de arte, y entre ellas resalta un cuadro de la pintora española que vivió
entre nosotros , Maruja Mallo (no es casual que el protagonista lleve su apellido). Una autora
referencial para Almodóvar cuya pintura “Racimo de Uva” ocupa un lugar destacado en el
departamento y que recuerda más bien al dibujo del aparato reproductor femenino. Y eso nos lleva
al tema por excelencia del director manchego: la madre.

Almodóvar ha representado el amor en todas sus formas (gay, erótico, masoquista o no
correspondido) pero como ninguno ha retratado el amor incondicional de una madre. En Dolor y
Gloria la auto-referencia a su madre ya fallecida da lugar a una más que emotiva escena en dónde,
ya anciana, le pide al director (Banderas) que no la retrate a ella y a sus vecinas del pueblo en sus
films. Advertencia a la que el propio Pedro ( por suerte!) no ha hecho caso. Volver, Tacones lejanos
y Todo sobre mi madre dan prueba de ello.

El cierre del film nos habla de una filmación dentro de otra, como sugiriéndonos que la línea que
separa la vivencias del director español de la ficción que muestra es sumamente delgada. Obra
maestra de un Almodóvar maduro.

Por Andrea Piazza