Creo que es importante insistir en un hecho que considero relevante para la Argentina. La  historia argentina, tal como lo reconoció The Economist, constituye una parábola. Parábola, según el Diccionario de la Lengua Española es: “Narración de un suceso fingido, del que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral”. Y en el Heritage Dictionary of the English Language: “Una simple historia que ilustra una lección moral o religiosa”.

 

Tanto en una como en la otra definición notamos la historia de la Argentina que surgiera y de la prevaleciente hasta la fecha. Desde mi punto de vista uno de los errores persistentes en la política argentina ha sido la ignorancia de su historia y la creencia de que la razón de ser de la decadencia ha sido la naturaleza y cultura de los argentinos.

 

Ya he escrito en anteriores oportunidades que si la determinante del progreso de los países fuera la cultura, los países subdesarrollados no tendrían ninguna posibilidad de progresar. Pero la Argentina es un doble ejemplo en la historia y, en ese sentido, una parábola. El primero es el salto cuántico que dio la Argentina en la historia a partir de 1860 cuando estableció y cumplió la Constitución de 1853-60. Y a partir de ese hecho fue una muestra de que la estupidez no es patrimonio argentino.

 

Tal como reconoce The Economist, parece increíble que sean los argentinos los que desconocen que  la causa de la decadencia argentina fue la llegada de Perón y Evita. Y volviendo al inicio del proceso que lanzó a la Argentina por las cimas de la historia, que, a principios del siglo XX tenía un ingreso per cápita más alto que Alemania, Francia o Italia.

 

En 1853 Argentina, bajo el gobierno de Rosas, era un país paupérrimo donde Religión o Muerte determinara la falta de libertad y su consecuencia: la pobreza. Fue Urquiza en Caseros quien determinara finalmente con el acuerdo con Mitre de San José de Flores que se   instaurara la Constitución de 1853-60 bajo la aceptación de las ideas de Alberdi. Y por supuesto también influyeron las ideas de Sarmiento. Al respecto Alberdi había dicho: “Mi convicción es que sin la Inglaterra y los Estados Unidos la libertad desaparecería en este siglo”. Y Sarmiento: “Solo la Inglaterra y los Estados Unidos tienen instituciones que ofrecer como modelo al mundo futuro”.

 

Esas premisas desaparecieron de Argentina a partir de dicho momento, aunque cabe decir que fue desde  la Europa Continental que surgió el totalitarismo como nacionalización del despotismo, comenzando con la Revolución Francesa y siguiendo el pensamiento de Rousseau, Nietzsche, Kant, Hegel y Marx y sus formas políticas, Comunismo, Fascismo y Nazismo. Vale recordar al respecto las palabras de Jean Françoi Revel en su obra La Obsesión Antiamericana: “Son los europeos que yo sepa quienes hicieron del siglo XX el más negro de la historia en las esferas política y moral se entiende. Ellos fueron los que provocaron los dos cataclismos de una amplitud sin precedentes que fueron las dos guerras mundiales; ellos fueron los que inventaron y realizaron los dos regímenes más criminales jamás infligidos a la especie humana”.

 

Voy a insistir entonces en que la llegada de Perón a la Argentina trajo al fascismo, que, como reconociera Hayek, era la alternativa que encontraban los empresarios  al comunismo. Por ello también debemos tomar en cuenta que es un error el considerar que los empresarios argentinos son prebendarios, y en ello se manifiesta la corrupción gubernamental. Ya debiéramos saber que los comportamientos de la sociedad dependen del sistema ético político en el que se desarrollan. Entre nosotros  la llegada de Perón  fue influida por el nacionalismo católico surgido del acuerdo de la Iglesia con Mussolini en el Concordato de Letrán.  Y surgió Pio XI quien, en contraposición de la encíclica Rerum Novarum de León XIII que era liberal y anti socialista, escribió la Quadragesimo Anno; que a mi juicio es fascista de la A a la Z. Por ello escribió: “Y el Estado el cual libre de todo partidismo deberá estar erigido en soberano y supremo árbitro de todas las ambiciones y concupiscencias de los hombres”. O sea llegaba Hegel: “El estado es la divina idea tal como se manifiesta en la tierra”. Consecuentemente desaparecía el derecho a la búsqueda de la felicidad y la mano invisible.

 

En las elecciones de 1945 tal como lo describe Sebrelli, que en su “Crítica de las Ideas Políticas Argentinas” escribió: “La Iglesia fue un factor decisivo en el triunfo electivo del peronismo; el 15 de noviembre de 1945 una pastoral firmada por el Cardenal  Copello  y todos los obispos prohibía votar a los católicos por los candidatos que apoyaran la separación del Estado de la Iglesia”. En esa posición se violaba un principio fundamental del cristianismo: “Dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios… Mi reino no es de este mundo”:

 

Entonces ¿En dónde estamos y adónde vamos? Creo que es imprescindible que políticamente reaparezcan las figuras ciclópeas de Alberdi y Sarmiento y se intente reconocer y defender las ideas que determinaron la imposición del sistema político que llevó a la Argentina por las cimas de la historia. Y por supuesto que se abandone políticamente la idea de que la estupidez es patrimonio argentino.

 

Por tanto se requiere que los partidos llamados de derecha, no de derecha fascista sino liberales, recuperen los principios en que se basó el sistema ético político que cambió la historia del mundo. Es decir que permitió la libertad y creación de riqueza por primera vez en la historia, que Argentina lo implementó y en cincuenta años hubo de  ser una de las economías más ricas del mundo.

 

Esperemos que Macri finalmente tome conciencia de cuál fue la causa del problema que enfrentaba la Argentina a su llegada y que permanece y que es el nivel del gasto público. E insisto, el problema no es la devaluación la que determina la inflación sino su consecuencia   y no volvamos a revaluar el peso, con o sin cepo. Dícese que a fin de año el dólar va estar en $50. Si así fuera y la inflación alcanzase al 31%, a fin de año el peso estaría devaluado respecto al dólar en solo un 5,7%.

 

Por: Armando Ribas