Nada va a ser fácil para el gobierno que se inicie sobre fines del 2023. Y aunque suene extraño la Economía va a ser, dentro de todo, lo más sencillo. Lo realmente complejo y conflictivo será intentar reordenar el Estado, la Administración.

La Administración está socavada de múltiples maneras por una ‘colonización’  partidaria y clientelar, plagada de corruptelas y sobre todo de abusos.

Por otra parte, al Estado, al Poder Político habrá  que empoderarlo, a que vuelva a ser el ordenador de la Nación; que su soberanía no siga siendo menoscabada por grupos e intereses facciosos (llámese el ‘poder del narcotráfico’, la disputa por soberanía del ‘movimiento mapuche’, el dominio de la calle y las políticas forzadas por los llamados ‘movimientos sociales’) y tantas otras presiones inadmisibles generadas por esa suerte de ‘Estado Paralelo’, la llamada ‘Corpo’  que vive enquistada en los entresijos del legítimo Estado.

En suma, tendrá el gobierno que inicie en 2023 una durísima tarea de depuración, ímproba, por otra parte, por chocar con sectores reacios, y que tienen sus propios intereses.

También son necesarias  ‘Reformas Estructurales’, nada fáciles de imponer con una oposición bramando en la calle. De las varias reformas hay dos que son las más importantes, ambas apuntando al trabajo: una ‘reforma laboral’ (que permita incorporar el trabajo informal) y una ‘reforma educativa’ que oriente y de herramientas a los jóvenes para su inserción en el mundo laboral.

Si ésta es, a grandes rasgos, la tarea: ‘el qué hacer’, sigue luego la cuestión de ‘¿cómo hacerlo?’

En primer lugar, el gobierno que inicie en 2023 debe estar plenamente consciente que seguirá habiendo (a pesar del descalabro de la actual Administración) un amplio universo que considera al populismo-peronismo ‘su ámbito de pertenencia’, que no va a abdicar de sus sentimientos, que no va a aceptar, así como así, la tutela de la ‘otra Argentina’, la republicana, la de consensos democráticos

.¡Menudo y laberíntico embrollo! Dónde casi casi, como he dicho, la cuestión del desbarajuste de la Economía, de la Macro, es, a pesar de todo lo más fácil de arreglar.

¿Cómo encarar todo esto?: 

Para empezar hay dos cuestiones centrales: la Corpo (ese ‘Estado paralelo’) y aquello de las Dos Argentinas, (la populista-peronista y la republicana).

Desde 1983 con el advenimiento de la democracia el país fue ‘pendularmente de un modelo al otro’ (de un extremo al otro), con el agravante que el peronismo nunca dejó gobernar a los sectores republicanos, y de ello se siguió que no hubo continuidad de políticas públicas. Un vaivén desgastante en el cual todos perdieron, sobre todo los más pobres.

Ahora, una Sociedad-Nación partida en dos hemisferios es inviable. Una Nación, para ser tal, debe ser una mancomunidad de esfuerzos y aspiraciones. Puede haber matices, pero no modelos diametralmente opuestos. Sin el deseo de una armonía común no hay salida, no hay futuro, no hay Nación.

En concreto: que una ‘argentina’ avasalle la ‘otra’ no dio ni va a dar resultado. ‘Nos guste o no nos guste habrá que gobernar con todos y para todos’.

Solo resolviendo este tema, el de los dos campos de pertenencia desde su base electoral, va a ser posible iniciar, desde un suelo más firme, un Nuevo Ciclo Histórico, y éste por el sendero de depurar y reordenar el Estado.

Todo este reordenamiento significa una tarea eminentemente política, y todo esto lo puede realizar únicamente alguien conocedor y respetado por el universo peronista (es muy difícil, improbable, que alguien no peronista pueda disciplinar la Corpo). Habrá pues una ‘Tarea Política’, fundante, que tiene que salir desde el seno del peronismo o con la anuencia de buena parte del ideario “popular”. La otra tarea (la que solo se puede construir sobre aquella base) es la de relanzar al País en su hacer, en su economía, y ésta deberá acompañar en consonancia los progresos y las posibilidades que se abren desde la reformulación de la Política. Son dos roles que habrá que ejecutar desde la cúspide del Poder: la ‘cirugía política’ y el ‘hacer en la Economía’.

La Política de cualquier País discurre por un sendero limitado, en una parte: por las reglas Institucionales, por la otra: por las necesidades pragmáticas de la gobernabilidad, las de cada momento o ciclo histórico. Dentro de esos dos carriles habrá que transitar y actuar con una fina sensibilidad e inteligencia, con pragmatismo. Es un derrotero plagado de obstáculos y forcejeos; habrá que tener muy claro el rumbo, explicitarlo bien y avanzar con cautela.

Visto en toda su dimensión, panorámicamente, el relanzamiento de la Argentina en un nuevo ciclo histórico (después del fracaso de 77 años de populismo-peronismo) hay que imaginarlo desde un converger de esas dos argentinas en algo superador, y esto sólo es posible si al electorado se le ofrece una conducción liderada por alguien compatible con el sentido común “peronista” y a  la vez  reformador (una suerte de Gorbachov argentino) ,a la par de un ‘Hacedor’ de fuste ejecutando políticas productivistas y  ‘pro mercado’. Uno implica y habilita lo otro: el mercado sólo va a creer si se reordena y depura el Estado; el universo popular solo va a aceptar ese gobierno (el todo) si ve algo que sienta  suyo en la cúspide de la conducción, condicionada a la percepción – gracias al optimismo del mercado – de que  la situación económica comience a remontar.

Estamos hablando, proponiendo, una suerte de doble conducción: un Poder Ejecutivo Doble, con dos roles: un ‘brazo político’ y uno ‘hacedor’.

Cuál ha de ser la formulación de este mecanismo de compartir roles es algo a discutir: si es por un Presidente y un Vicepresidente que también tiene despacho en Casa de Gobierno, o si esto se deja en manos del llamado ‘Jefe de Gabinete’. Acá lo que debe primar es lo pragmático: tiene que ser una formulación que impacte en el electorado, que le haga entrever que es algo inspirador de esperanzas y no ‘más de lo mismo’. Me inclino por un Vicepresidente empoderado; el Jefe de Gabinete tiene más de ‘fusible’ (para el ciudadano común es irrelevante) y además nadie lo votó. Claro que también hay que encontrar una fórmula presidencial de personas que congenien y sepan trabajar en equipo….Si pensamos que un triunfo en las urnas de la argentina republicana y democrática es suficiente, vamos a incurrir en grave error, volveremos al tembladeral que ya transitamos desde el 1983 y no habremos encontrado la salida a este laberinto paralizante.

por Martín Hary

Julio 2022