EDITORIAL DEL DIRECTOR DE LA GAZETA –

Algunos no se dan cuenta, otros prefieren no enterarse o aducir buenas notas o cansancio para poder tomarse vacaciones.

Pero la mala noticia del fin de este año es que toda la clase política se va a examen, y este será muy exigente. De nada sirven los oropeles pasados, fueran auténticos o falsos. Resultará indiferente  si uno ganó o perdió en las competencias. Un severo escrutinio les espera, oficialistas y opositores, sin excepción. Cuando digo “toda la clase” hay que entender no sólo  a políticos oficialistas u opositores, sino a funcionarios, empresarios de mayor o menor relieve, gremialistas, jueces, periodistas, eclesiásticos, dirigentes sociales varios, auténticos o auto erigidos como portavoces de cuitas ajenas .

La calle está dura y lo estará peor aún. Los ejemplos están a la vista de todos y nunca sido mejor citado el viejo refrán “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”.

Y las excusas para quienes pretendan copiar exámenes de años anteriores, es que los examinadores se saben de memoria todas las pruebas y todas las preguntas, y han de exigir respuestas concretas, cuentas claras, y admitirán poco verso, dispuestos como están a interrumpir la cháchara a cachetadas si fuera preciso.

Para peor, los vecinos tampoco están de buen humor, ni los buenos, que en poco pueden ayudar, ni los malos o meteretes , siempre dispuestos a entrometerse en las vidas ajenas, y molestar al prójimo a la menor oportunidad

Por Roberto Antonio Punte