En la edición de septiembre de 2020, la Gazeta del Progreso publicó un nota en la que planteé la necesidad de distinguir entre la llamada “lista sábana”, que es consecuencia de la aplicación del sistema de representación proporcional utilizado para la elección de diputados nacionales, y la “boleta sábana”, que es un sistema arcaico de emisión del sufragio.

En esa oportunidad, comparé sistemas electorales y me manifesté claramente a favor del sistema de representación proporcional y, en consecuencia, a favor de la “lista sábana”. Hoy analizaré distintos métodos de votar.

Boleta sábana

Utilizo el término “boleta sábana” para referirme a la boleta de papel compuesta de distintos cuerpos, marcados con líneas impresas -pero no separados ni troquelados- en los que aparecen los candidatos a los distintos cargos que se eligen simultáneamente.

En los años en que se renueva la presidencia, los cargos nacionales requieren tres cuerpos (presidente y vice, senadores y diputados). Si en ese distrito la elección provincial coincide con la nacional, se agregan dos o tres cuerpos más (gobernador y vice, diputados, y senadores en el caso de provincias que tienen legislaturas bicamerales). Como habitualmente las elecciones municipales coinciden con las provinciales, podemos tener por lo menos dos cuerpos más (intendente y concejales). Siete u ocho cuerpos en total, si no se agrega algún otro cargo electivo local.

Si bien la legislación permite el corte de la boleta sábana, y cualquier combinación de boletas de distintos partidos mientras no se incluyan en el sobre dos cuerpos para los mismos cargos, el procedimiento es engorroso. La inmensa mayoría de los ciudadanos coloca en el sobre la boleta sábana entera, teniendo en cuenta generalmente su preferencia por el candidato a la presidencia de la Nación.

Ese efecto “arrastre” de los candidatos a los cargos más importantes es el primer problema que genera este método. Para aislar las elecciones provinciales y municipales de las nacionales, algunas constituciones provinciales imponen fechas distintas y, aún en ausencia de tales normas, frecuentemente los gobernadores desdoblan las elecciones. El resultado es un calendario electoral demasiado prolongado y gastos evitables.

Una consecuencia adicional es la obligación impuesta a los partidos y alianzas que compiten en las elecciones de diseñar, hacer homologar por las autoridades competentes, imprimir y distribuir las boletas. El resultado es un gasto innecesario y un desperdicio enorme de papel.

Como si esos motivos no fueran suficientes para emplear otro método, en cada elección se producen incidentes provocados por el robo de boletas para obstaculizar el voto a favor de  candidatos rivales y la mezcla intencional de boletas falsas entre las verdaderas, con el objetivo de provocar la anulación de votos.

El único argumento que encuentro a favor de este método es que las boletas se conservan, después del escrutinio provisorio que se realiza en los lugares de votación, para permitir un escrutinio definitivo en un lugar centralizado. Cualquier método más moderno que se adopte debe, a mi juicio, permitir una revisión posterior con un elemento material que perdure más allá de la fecha de la elección.

Sistemas más modernos permitirían eliminar la boleta sábana

Desde 2000, he observado todas las elecciones en los Estados Unidos. Esos viajes han incluido visitas a lugares de votación en Virginia y, en algunas oportunidades, también en Washington D. C. y en Maryland.

La elección del método para la emisión del sufragio corresponde a las autoridades locales, aún para las elecciones nacionales. Por ello, los Estados Unidos son un muestrario de métodos diferentes. De todos los que he podido ver, merecen comentarios la boleta única de papel o cartulina, los sistemas electrónicos, ya sea puro o el que se utiliza para imprimir una boleta individual para cada votante, el método óptico y el voto por correo.

Sistema electrónico puro

En el sistema electrónico puro se utiliza un aparato muy parecido a un cajero automático. Una vez identificado, el votante se encuentra con una pantalla en la que aparecen sucesivamente las opciones para los distintos cargos. El voto se expresa apretando íconos en la propia pantalla. Para evitar errores, al terminar, la pantalla muestra al elector una lista de las opciones efectuadas para que las confirme o las corrija.

Este método no cumple con la condición que he considerado esencial: no queda como evidencia ningún elemento distinto de una cinta en la que el propio equipo registra el voto. Si el aparato ha sido programado con algún sesgo, o es afectado por la acción de un hacker, no hay manera de revisar y corregir el fraude. He notado que en algunos distritos en que se usaba este sistema, ahora se emplean otros métodos.

Hago una digresión para narrar una experiencia que me llamó la atención. En la Argentina el votante, cualquiera sea el sistema, vota en el llamado “cuarto oscuro”, que es, en realidad, una sala cerrada. En los lugares de votación que he visitado en Estados Unidos las precauciones para asegurar el voto secreto son mucho menores. El voto se emite en un gran salón donde también están las autoridades y otros votantes. La única protección son mamparas colocadas a los costados de los equipos, o de los escritorios donde el elector marca la boleta única. Lo mismo ocurre en la provincia de Quebec y, supongo, en otros distritos de Canadá.

En una oportunidad, en el condado de Fairfax, Virginia, una señora fascinada por la presencia de un grupo de observadores extranjeros, se ofreció a explicarnos el método de votación. Creí que se trataría de una mera conversación.  En realidad, todo el grupo argentino se ubicó detrás de ella. De esa manera, pudo mostrarnos, intercalando explicaciones sobre sus motivos para apoyar a ciertos candidatos, cada paso que dio para completar su voto.  Uno de los funcionarios que supervisaba la elección miró con sorpresa pero no atinó a interrumpir esa improvisada clase, que violaba el secreto del sufragio.

Sistema de boleta única en papel o cartulina

Después de que el elector se haya identificado, recibe la boleta en la que aparecen los cargos a llenar y los candidatos para cada uno de ellos, o los partidos que compiten en esa elección. Según el diseño que tenga esa boleta, el elector debe marcar de alguna manera qué candidatos vota para cada uno de los cargos a elegir.

La boleta puede mostrar bloques separados para cada cargo, dentro del cual aparezcan los partidos o candidatos, según sea el sistema electoral. El ciudadano deberá marcar con una cruz o una tilde el partido o candidato por el que quiera votar.

En otros casos, la boleta muestra los cargos en una columna y los candidatos o partidos, en la otra, con líneas paralelas que unen los cargos con los candidatos o partidos. Se vota llenando con un lápiz el espacio que queda entre las dos líneas paralelas que unen el partido o candidato preferido con el cargo para el cual está compitiendo.

En fin, el diseño elegido en cada caso puede mostrar una gran variedad. Lo esencial es que se reemplaza la multiplicidad de boletas que deben hacer imprimir y distribuir los partidos políticos con una sola boleta que el gobierno provee a cada ciudadano. Es un sistema simple y barato. Evita el robo y la falsificación de boletas. El escrutinio es manual, como con las boletas sábana. Algunas provincias argentinas han adoptado este método para las elecciones locales.

Sistema óptico

El sistema óptico que se usa en algunos distritos de los Estados Unidos es una combinación de una boleta única en cartulina con un scanner. El elector debe unir con un lápiz el nombre del candidato con el cargo para el cual lo vota. Luego coloca la boleta  en el scanner. Este aparato verifica que el voto es correcto. Lo rechaza si detecta que se han unido dos candidatos con el mismo cargo y el elector tiene la posibilidad de corregir su error. Si la boleta no merece objeciones, el scanner computa el voto y deposita la cartulina en una caja metálica.

La ventaja de este sistema es que permite un escrutinio provisorio inmediato, como el sistema electrónico puro y provee una manera de verificar posteriormente la carga electrónica de votos contra las boletas físicas. El inconveniente principal es el alto costo del aparato.

Sistema electrónico para imprimir la boleta

Otro método que combina las ventajas del sistema electrónico con las de la boleta única es el que se usó en la Capital Federal cuando las elecciones locales se hacían en una fecha distinta de las elecciones nacionales.

Una terminal colocada en el cuarto oscuro es usada por el elector para expresar sus preferencias para cada cargo. Al terminar, la misma terminal muestra en una pantalla todas las opciones hechas por el votante. Cuando éste las confirma, la terminal imprime una boleta que el ciudadano deposita en una urna.

Es un sistema que evita el desperdicio de toneladas de papel, el robo y la falsificación de boletas y el voto anulado por error, cuando el ciudadano coloca boletas de distintos partidos para los mismos cargos.

Al mismo tiempo, asegura el escrutinio provisorio a la velocidad de los sistemas electrónicos sin eliminar la posibilidad de revisión en el escrutinio definitivo. Finalmente, el costo de esas terminales es mucho menor que el de los equipos que he descripto al referirme a los sistemas electrónico y óptico.

Voto por correo

La elección presidencial de los Estados Unidos, combinada este año con la pandemia de COVID-19, ha generado un fuerte debate sobre la presumible expansión del número de ciudadanos que se inclinarán por votar por correo para evitar riesgos de contagio.

Afortunadamente, hasta ahora, a nadie se le ha ocurrido introducir ese método en la Argentina. De todos los principios cardinales de la Ley Sáenz Peña (voto secreto, universal, obligatorio, con listas de votantes confeccionadas para finalidades nacionales que exceden su función como padrones electorales), considero que el carácter secreto del sufragio es el más importante.

Si en la Argentina se permitiera votar por correo, estoy seguro de que los punteros se encargarían de visitar a los electores, comprar los votos, o influenciarlos de otras maneras, y tener la gentileza de ahorrarles la necesidad de molestarse para ir al correo.

Repito, el secreto del sufragio no se protege con el mismo celo en Estados Unidos que en la Argentina. Ese me parece el aspecto más cuestionable del sufragio en un país cuyas instituciones son admirables.

Reflexiones finales

Como he dicho, en la edición de la Gazeta del Progreso de septiembre pasado traté los sistemas electorales vigentes a nivel nacional y los comparé con algunos utilizados en el pasado. La elección de presidente y vicepresidente de la Nación está regulada por los artículos 94 a 98 de la Constitución Nacional y la elección de senadores, por los artículos 54 y 56 de la misma carta fundamental. Sólo el sistema aplicable a la elección de diputados ha quedado librado a una ley del Congreso. Hoy, salvo el natural intercambio de opiniones sobre el tema entre especialistas, no veo ninguna posibilidad de que se modifique el sistema electoral nacional en el futuro previsible.

En esta edición, he destacado los inconvenientes de la boleta sábana y analizado métodos alternativos de emisión del sufragio. Aunque sería muy conveniente avanzar hacia un sistema más moderno, me parece difícil que eso ocurra mientras el justicialismo tenga la mayoría en ambas cámaras del Congreso.

Otra etapa del proceso electoral que está regulada por ley es la selección de candidatos por cada partido o alianza: las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO). Se trata de un método mucho más nuevo que los sistemas electorales aplicados en la Argentina y ha merecido diversas críticas, tanto generales como particulares. Me parece que es el único aspecto de todo el proceso que podría estar sujeto a modificaciones antes de las elecciones nacionales de 2021 o de 2023.

Por ese motivo práctico y la complejidad de la cuestión, la trataré en otra oportunidad.

por Carlos M. Regúnaga *

*Académico Correspondiente, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires