Síntesis de la exposición hecha el 12 de junio en el almuerzo del Foro de la Ciudad.

El orador puso énfasis en que desde que el ilustre filólogo Wilhelm Nestle publicó, en 1940, una obra notable -Del mito al logos. El autodespliegue del pensamiento griego desde Homero hasta la sofística y Sócrates- la cuestión generó una controversia aún no resuelta.
La tesis del profesor Nestle es que, en la cultura griega de la antigüedad clásica, el avance del pensamiento lógico termina anulando el pensamiento mítico lo que, en ciertos aspectos, es discutible.
La obra contó con amplia difusión a juzgar por los comentarios y recensiones publicadas a poco de aparecida en revistas especializadas al punto de que debió ser reeditada pocos años después, pese a ser una obra científica destinada, en principio, a un público de especialistas.
El orador fundó su disenso en los siguientes puntos:
1. En un célebre pasaje de Antígona, Sófocles, en boca del coro, califica al hombre como deinós (vv. 334-335), palabra de compleja semanticidad pero que en el fondo significa ‘terrible’; término que el dramaturgo coloca luego de haber señalado los logros alcanzados por el género humano; es decir, pese a los logros, anida en el hombre la terribilidad, lo que pone de relieve también su condición animal.
2. Sorprende que Eurípides, en cuya obra sobresale un pensamiento racional (así pues A. W. Verral titula su notable exposición sobre este poeta trágico Eurípides, el irracional), en la última de sus piezas -Las bacantes, representada póstumamente, en el 405 a. C.-, muestra lo irracional de la condición humana. ¿Una palinodia o retractación respecto de su dramaturgia anterior? ¿La toma de conciencia, a la hora postrera, de otros imponderables que gobiernan la natura humana? No tenemos a Eurípides para que nos responda: lo único veraz es que en su última obra insiste en un proceder irracional del género humano.
3. El hallazgo de un fragmento aristotélico (numerado 668) que dice: “Cuanto más viejo me vuelvo, más amo las historias, los mitos”, declaración que sorprende en un filósofo cuyo pensamiento apunta básicamente al cultivo y despliegue de la ratio ‘razon’.
4. El final de la vida de Sócrates. El filósofo tras la condena por parte del Areópago a beber la cicuta permanece detenido cumpliendo la pena y, en esa circunstancia, a causa de una disposición estatal, de carácter mítico-religioso, que impedía las ejecuciones hasta que no arribara la nave que, con peregrinos venía de la isla de Delos, vive dos días más. Cuenta Fedón, el discípulo que lo acompañó en ese trance, que Sócrates le refirió haber tenido un sueño en el que Apolo lo amonestaba por haber pretendido cancelar la religión tradicional y que, por ello, le ordenaba componerle un himno como homenaje. Lo que Sócrates cumplió “religiosamente”. Curiosa la circunstancia de que un ser excepcional que abogó por el lógos en detrimento del mýthos, en la hora suprema del adiós, recurra a un mito de base religiosa y componga un himno al dios oracular. Más aún, que encargue a su discípulo cumplir con su última voluntad: ofrendar un gallo a Asclepio, el dios de la medicina conocido más frecuentemente por su advocación latina, Esculapio, circunstancia sobre la que se han escrito numerosas interpretaciones.
Respecto de la tesis del profesor Nestle, es evidente y loable pensar que el pensamiento se oriente hacia un dominio de lo racional como sucedió en la cultura helénica, pero es necesario también tener en cuenta que el hombre es una suma de razón y pasión. Y que ese sesgo pasional no debe ser desatendido sino, por el contrario, estar alerta respecto de su existencia ya que, de la manera más impensada, puede emerger y provocar hechos trágicos: el siglo XX, tristemente, ha dado sobrados testimonios de hechos aberrantes que avergüenzan al género humano, provocados por seres que se dicen “racionales”: el nazismo, el staliniamo, las matanzas tribales en el corazón de África, el hambre que se extiende por doquier… también la centuria que atravesamos da cuenta de esos comportamientos egoístas y siniestros.

Dr. Hugo Francisco Bauzá