EDITORIAL DEL PRESIDENTE DEL CLUB DEL PROGRESO –

Tal vez haya llegado a nuestro país un momento que pueda generar una oportunidad de cambio. Quizás el resultado de las elecciones del 27 de octubre sea el comienzo de una etapa distinta, partera de un futuro mejor.

Quienes resultaron elegidos para gobernar la Nación y quienes resultaron derrotados, deberán poner todos sus esfuerzos para que el cambio sea sereno y la instalación de la nueva administración pacífica. Ello marcará el próximo período, que no será fácil y en el que habrá que enfrentar sacrificios severos si lo que se persigue el crecimiento en paz y libertad.

El gobierno que cesará el 10 de diciembre realizó la titánica tarea de intentar poner orden en un país desquiciado por la gestión de muchos años de pésima administración. Sin embargo eso no será reconocido por la nueva administración que imputará errores, malos manejos y hasta dolo a los que se van.

La grandeza de los principales involucrados deberá ser mayúscula para evitar la espiral de enfrentamientos y recriminaciones que solo entorpecerán la tarea de gobierno, que requerirá acuerdos en el Congreso y tranquilidad en las calles. El oficialismo deberá recordar, siempre, que es una mayoría relativa temporaria y que deberá contar con el auxilio y buen trato que tantas veces le negó a la ahora oposición.

No se conoce un plan de gobierno aunque si algunas manifestaciones públicas que habrá que desechar si se intenta administrar cumpliendo con las normas legales.

Intentar reformar la Constitución es un disparate mayúsculo al igual que designar jueces afines a algo distinto que el orden jurídico vigente.

Echar por la borda el trabajoso acuerdo con la Unión Europea un suicidio anticipado.

Vulnerar, de cualquier forma legal o de hecho, la libertad de expresión, un ataque a los principios constitucionales.

Alinearse con regímenes políticos violadores de los derechos del hombre, con sistemas políticos totalitarios, una afrenta a nuestros ciudadanos y al mundo civilizado.

Entorpecer o desactivar proyectos de inversión en las áreas de transporte y energía una torpeza imperdonable y contraria a los intereses nacionales.

Volver a endiosar a quienes, desde el terror y la guerrilla, sembraron a nuestra nación de sangre, generando un enfrentamiento que lo único que dejó fueron muerte y destrucción sería un suicidio nacional.

Deshacer, de cualquier forma que sea, la trabajosa y trascendente tarea judicial de esclarecer los supuestos delitos perpetrados por funcionarios del estado en connivencia con empresarios y sindicalistas, sería la destrucción de nuestra confianza en un futuro mejor para nuestros descendientes.

Intentar cuestionar la labor de las fuerzas del orden en materia de combate al tráfico de drogas y mantenimiento de la seguridad ciudadana y agravar el estado de desamparo de las fuerzas armadas, un suicidio.

Sin embargo para ayudar a la oportunidad de cambio hay que comenzar por serenar los ánimos, desechar las venganzas, evitar el abuso del uso de los medios de difusión pública. Hablar menos y hacer tareas útiles para el conjunto, recordando, en todo momento, que lo que distingue una república democrática de los autoritarismos, a los que han sido tan propensos quienes ganaron las elecciones, es el respeto a las minorías, que en este caso es casi similar en número a la mayoría.

En la cancha se ven lo pingos.

Por  Guillermo V. Lascano Quintana