SALUDO DEL PRESIDENTE.

 

Estimados socios y amigos:

Al llegar a estas fechas surge, junto con la nostalgia por el pasado  y el entusiasmo por el porvenir, el impulso de recordar lo que hicimos en el año que culmina.

Para una institución como el Club del Progreso, que con su tradición más que centenaria trata de renovarse año a año, la ocasión es propicia para recordar algunas de nuestras actividades cívicas sociales y culturales, que si bien se tratan en ocasión de las asambleas, merecen ser recordadas, hoy.

El ya tradicional Foro de la Ciudad que recibe, semanalmente, oradores de prestigio e interés, el renovado Café Literario, el  Piano Bar, la Biblioteca, la Escuela de Bridge  y la Gazeta del Progreso, además de presentaciones de libros y conferencias son hitos de nuestra labor.

Destaco, el exitoso ciclo “Temas Polémicos de la Historia Argentina”, impulsado y llevado adelante  por Luis Alberto Romero: los renovados vínculos con los Clubes Centenarios, y la generosa colaboración obtenida a través del proyecto Mecenazgo para  obras imprescindibles de refacción de  esta casa  que nos alberga.

Agradezco a todos los que de una u otra forma contribuyen al éxito de estas actividades.

El año que se iniciará en pocos días, será trascendente en el plano político. El club ha estado comprometido, desde su fundación, con el progreso moral y material del país y por ello aguarda, con esperanza, que la renovación del gobierno que se materializará durante ese año contribuya a la paz y felicidad de los habitantes de
esta nación.

Permítanme recordar lo que dije el año pasado en esta misma ocasión.

La vida de las sociedades está plagada de dificultades. La condición humana es la de enfrentarlas, a veces con éxito; otras con fracasos. Desde la más remota antigüedad los hombres y mujeres han buscado y encontrado, signos de esperanza frente al desasosiego. Las religiones han sido, desde hace milenios, una guía de comportamiento pero también un sitio de reposo y meditación. Los cristianos celebramos el nacimiento de Jesús, el Redentor, que nos promete el perdón de nuestros pecados y la vida eterna. Otros credos monoteístas tienen similares reglas.

Todos coinciden en la necesidad de agradecer lo recibido y honrar la vida. Nuestra patria ha vivido y vive aún, situaciones de penurias y falencias que requieren de esfuerzos mayúsculos para ser mitigadas primero y superadas después. Pero tenemos algunas bendiciones que no debemos olvidar. Somos un país extensísimo, poco poblado, con praderas infinitas, ríos bravíos, montañas plagadas de minerales, un extenso litoral marítimo, todo lo que anida riquezas inconmensurables. Conviven en la Argentina herederos de muchas naciones y varias religiones sin los enfrentamientos que muestran otras regiones. La familia sigue siendo un núcleo central de nuestra sociedad, a diferencia de lo que acontece en otras partes del planeta. La educación pública y gratuita, con todas las falencias que se le pueden achacar, sigue siendo un pilar excepcional de igualdad y oportunidades.

Aunemos nuestros espíritus para agradecer lo que tenemos y estrechemos los lazos de cordialidad y buena fe para que quienes quieren torcer el rumbo de una república democrática, inclusiva y justa, sean derrotados.

 

¡Felicidad para todos!