La comedia italiana de mayor éxito

Por la Lic. María Andrea Piazza

Italia tiene una gran trayectoria en la comedia, ya sea en la comedia más buffa o en comedias más satíricas, y de vez en cuando llega desde este país un digno ejemplo que continúa el legado dejado por Mario Monicelli, Dino Risi o Ettore Scola. Puede que PERFECTOS DESCONOCIDOS de Paolo Genovese no esté a la altura de estos grandes maestros pero lo que es indudable es el éxito de público alcanzado en su país de origen (ganadora del David Di Donatello como mejor película y mejor guión) y en Buenos Aires lleva una prolongada e inusitada presencia en cartelera.

Los perfectos desconocidos son en realidad un grupo de amigos que siempre se reúnen a cenar, los hombres han sido amigos desde la escuela y sus esposas han sido integradas al círculo a medida que formaban pareja. Solo queda un amigo soltero que dice que va a presentar a su novia pero a último momento ella no llega a la reunión.

Como sucede en la realidad hoy día, al sentarse en la mesa todos tienen su celular al lado como si fuese el tercer cubierto indispensable. Uno de ellos propone un juego peligroso, compartir en la mesa cada mensaje o llamada que se reciba. La propuesta tiene una sana motivación (no tener a cada comensal dividiendo su atención entre la charla amistosa y su teléfono móvil) pero ¿hay alguien que no tenga nada que ocultar? Con mayor o menor gravedad todos tienen sus secretos, revelados a través de sutiles miradas. Todos salen de sus zonas de confort dejando al descubierto las fachadas que mantenían ante sus amigos o cónyuges, desde una pareja ya aburrida que crea fantasías eróticas con otros, a infidelidades o revelaciones de identidad sexual. El juego aumenta en tensión al enfrentarse lo que se dice con lo que se piensa. Es como una bomba a punto de estallar.

No cabe duda que la temática tan actual de la trama despierta interés: Los celulares como receptores de nuestros secretos más íntimos. En todas las épocas la gente tuvo secretos pero estos eran guardados tan solo en la memoria o en una pila de cartas escondidas en un desván que se descubrían siglos después. “Hoy día”, dice el director, “están almacenados en una tarjeta SIM, los celulares se han transformado en nuestras cajas negras”. ¿Que pasaría si estos secretos guardados celosamente en el teléfono móvil salieran a las luz? ¿Cuánto sabemos realmente de las personas de nuestro entorno? Mediatizados a través de la red o del celular, muchos se encuentran más amparados para derribar inhibiciones o para fantasear con otros en un espacio virtual. ¿cuántas relaciones amistosas o amorosas terminarían si nuestros celulares fueran desbloqueados por otros? .

Todo sucede en una sola noche veraniega durante un eclipse de luna. Un eclipse es una alteración de la cotidianeidad que puede suscitar cambios emocionales. Cuando la luna vuelve a brillar y todo vuelve a la normalidad, la película nos ofrece una vuelta de tuerca que nos hace repensarla desde otra óptica. Cabe la reflexión de si el mundo sigue andando igual entre esos amigos como si nada hubiera pasado o si realmente nada pasó.

La paradoja es que, en la era de las comunicaciones estamos más desconectados que nunca. El vivir aferrados a un celular más bien se trata de una distracción. Podemos preguntarnos si la adicción al celular es la droga de hoy día.