El padre Nicolás Mascardi  fue uno de  los grandes misioneros de la Compañía de Jesús, que llegó a las proximidades del Nahuel Huapi con el fin de evangelizar a esas tribus que ignoraban las enseñanzas de Cristo.  Nació en Roma el 30 de septiembre de 1625;  su vocación  por abrazar el sacerdocio desspertó a edad temprana por lo que su fervor y  piedad cristiana, empujaron a  Mascardi  a ingresar a la Compañía fundada por San Ignacio, renunciando a los privilegios materiales que le correspondían por ser un miembro de la nobleza.

         Como bien señala el estudioso Juan Martin Biedma al Padre Mascardi, imagen del verdadero apóstol de Cristo, se debe la fundación de la Misión de Nahuel Huapi, primer foco de cristianismo y civilización de aquel lago (1).

     En 1651 viaja hacia América,  y en Chile termina sus estudios de Teología; Mascardi descubre su verdadera vocación, que era la de misionar aquellos pueblo indígenas y así se los hace sabe a sus superiores. Estos lo destinan entonces  a la Misión de la Buena Esperanza, que se encontraba en las proximidades del río Maule, en Chile.

     La tarea del sacrificado clérigo no fue para nada fácil porque enseguida se vio envuelto en numerosos problemas de distinta índole, pero gracias  a su fe y al estrecho vínculo que construyó con los aborígenes, los fue solucionando. Se dedicó a la conversión de los indígenas como así también a su atención y ayuda, sobre todo cuando una epidemia de enormes proporciones se instaló en la zona chilena de Chillán.  Los que habían contraído la enfermedad eran arrojados por sus parientes por temor al contagio, y el padre Mascardi  se encargó de cuidarlos sin importarle las consecuencias.  

     Posteriormente se lo destina a la Misión de Chiloé, una isla situada al sur de Chile que se caracteriza por las iglesias  de madera que fueron construidas por  los jesuitas en los siglos XVII Y XVIII. La tarea  de Mascardi en esa región fue incansable.

        Cuando don Diego de Villarroel tomó como esclavos a una veintena de indios Poyas, Mascardi se interesó por ellos, y luego de unos años de perseverantes gestiones logró que el Gobernador  de Chiloé  ,Juan Verdugo, liberara a los cautivos. En el lapso en que estuvieron a merced del  gobernador, el misionero se encargó de visitarlos en la prisión y de enseñarles nociones básicas de la doctrina cristiana, llegando incluso a escribir un catecismo básico, en su lengua original. De esta forma conseguía evangelizarlos.

        Obtenida la liberación definitiva de esos indígenas el padre Mascardi, con autorización de la orden, cruzó a pie la Cordillera junto a sus fieles Poyas. Es en 1670 que el misionero llega al Nahuel Huapi y funda la misión, que consistía en una pequeña capilla y en un rancho de escasas proporciones que armó con  palos y ramas.

      Su trabajo misionero produjo enormes frutos, ya que entabló una gran relación de confianza con los indígenas del lugar, llegando a bautizar aproximadamente a cuarenta mil indios.

        En un estudio   de investigación  realizado por  el Padre Guillermo  Furlong sobre el inquieto clérigo, aquél nos señala que cuatro años estuvo el apostólico fraile, haciendo grandes fruto y padeciendo grandes trabajos y necesidades, sin comer pan, ni beber vino, ni tener otra cosa que comer de sustento, sino un poco de harina de cebada diluida en agua, y por Pascua y por un gran regalo, un poco de carne de caballo, y tan bien hallado se estaba en esta miseria, que… decía que estaba en el Paraíso, y más regalado que en Roma (2) .

       Su labor misionera llegó a los oídos del Virrey del Perú, quien le envió doscientos ducados de plata  y una imagen de la Virgen, que colocó en la capilla; de ahí entonces el origen del nombre: Nuestra Señora de Nahuel Huapi.

      El vínculo que se había creado entre Mascardi y las distintas tribus – como ya se señaló-  era de una sólida amistad, y tan es así que cuando quiso partir de la misión para regresar a Chile los indios se negaron a guiarlo, así se quedaba con ellos.

     Uno de sus grandes deseos era el de encontrar la mítica ciudad de los Césares, lo que lo llevó a realizar cuatro viajes al interior patagónico. Por supuesto que esos viajes no tuvieron éxito alguno.

      El día fatal llegará; en septiembre de 1673, el sacrificado misionero se encontraba en las cercanías de Puerto Deseado,  cuando sin misericordia alguna, fue atacado  a golpes de bolas de piedra por Tehuelches que estaban bajo el mando del cacique Antullanca . Luego de tres meses de una agonía atroz, el buen cura fallece el 14 de diciembre de ese año.

     La triste noticia llegó a la misión del Nahuel Huapi por medio de un indio que pudo escapar del lugar, no sin antes enterrar al desafortunado misionero en unos arenales.

      Posteriormente una partida mandada por  Juan Henriquez, gobernador de Chile, logró encontrar el cuerpo del mártir el que fue entregado al funcionario.

     El padre Mascardi fue sin duda, uno de los hombres que dejó todo en pos de la evangelización de los indios y que luchó denodadamente para que esas tribus tuvieran mejores condiciones de vida.

      En relación a este sacrificado misionero, uno de los grandes exploradores de la Patagonia, Ramón Lista, dijo  acertadamente que Mascardi  es el prototipo del Jesuita antiguo que investiga todo, el mundo moral y el mundo físico: es el primer gastador de los bosque vírgenes y misteriosos y el primer ascensionista de los Andes patagónicos.Es también  el noble  y ardoroso misionero que busca a los gentiles, a los indios del Nahuel Huapi, para redimirlos de la barbarie y enseñarles la palabra elocuente y consoladora de Jesús. Para él no hay obstáculos ni peligros; su genio todo lo allana, todo lo vence su voluntad indomable. A la fe del misionero cristiano reúne el valor legendario de Cortés, de Pizarro y de Balboa

        En tributo a su memoria, un lago de la Patagonia, ubicado en Bariloche, lleva su nombre.

por Julio C. Borda

1.-Biedma, Juan M. Crónica Histórica del Lago Nahuel Huapi, pág.30, ed. Colihue
2.-Furlong, Guillermo SJ,  Vida apostólica y glorioso martirio del venerable Padre Nicolás Mascardi