La búsqueda y consolidación de la Paz está en la esencia del pacto constitucional de convivencia, por lo que, restaurar su vigencia, acotar las divisiones, enmendar errores y reparar daños, corregir los enfrentamientos, sanar rencores y resentimientos, levantar a los caídos e incluir a los marginados, y, en lo posible, neutralizar todo  motor de violencia, constituye la esencia del buen gobierno y cimenta cualquier programa que aspire al futuro.

“Con el objeto de…consolidar la paz interior…ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución…”

I.-CONVIVIR EN PAZ

La orientación hacia la paz, superando rencores, envidias, pugnas y divisiones, configura una piedra fundamental de la politicidad humana , y, necesariamente un eje central también de nuestro  reflexionar.

Fue definida por Agustín como uno de los mayores bienes terrenos, aunque, siendo siempre incierto en su logro y frágil en su disfrute, requiere indefectiblemente del ordenatorio poder de gobierno en la ciudad , admitido lo falible de las voluntades, no inclinadas indefectiblemente a la búsqueda de los bienes propios y comunes, sino constantemente sujetas a la tentación del mal, “fuente de inquietud y turbación”. Para evitar la servidumbre de la anarquía y el crimen, es preciso aceptar el poder político, que sostenga  la ansiada “tranquilidad en el orden” o “concordia ordenada”.(1)

Pero no cualquier orden genera paz, pues, escribió, puede haber concilio de las voluntades en una sociedad de piratas.  Hoy diríamos en un narco-estado o en cualquier asociación de corruptos o mafiosos.

Sólo  el orden justo para el bien común permite el florecimiento de aquélla. Tomás de Aquino analiza  los contrarios  como modo de ilustrar su contenido. De ahí que diga que  a la paz se oponen dos tipos de disensiones “la de los hombres entre sí, la del hombre consigo mismo”.(2) También se refiere a los obstáculos, los que creen en la guerra como modo de lograr la paz, claramente visible en el lema romano  “si vis pacem,para bellum”, y todas las inclinaciones contrarias al otro, el odio , el desprecio, la envidia, el disenso, la indiferencia. Es que “la amistad en política no es algo dado, sino construido” ,de modo “arduo ”.Lo dado  es la tendencia a la enemistad…”como rasgo permanente de la condición humana” (3).

Aristóteles define a la ciudad como “la asociación de seres iguales que aspiran en común a conseguir una existencia dichosa y fácil… y el mejor gobierno es el que garantiza el cuerpo social el mayor grado de felicidad” (4). Para esto, si bien todos los hombres son entre sí iguales en dignidad, es precisa  esta ordenación y sujeción, evitando la trampa de los idealismos igualitaristas, contraria a la realidad de lo diverso, y la funcionalidad de la distribución de los roles dentro de una sociedad de participación.

La paz es pues condición necesaria para la felicidad, y se la puede buscar como un bien positivo, o para huir de males negativos.  En tiempos oscuros de crueles guerras civiles , Tomas Hobbes consideró que el motor de la sujeción política era un prudente egoísmo brotado del temor, y el refugio en la paz  el  modo de evitar la muerte a manos de otros ,en una naturaleza desordenada donde el “hombre es lobo del hombre”, y esto ilustra mejor que nada los esfuerzos hechos por la comunidad internacional después de las terribles guerras y devastaciones de los últimos siglos, buscando alguna forma de “pax universalis”, si bien tal vez no tan perpetua como  Kant propusiera.

II-IMPACTO DE LOS CAMBIOS EN CURSO

Existe una observación en boga respecto del impacto de  los cambios tecnológicos en curso sobre  la sociabilidad e interacción política. Se anuncia  como la conformación de un nuevo paradigma , por un lado  crisis y  deslegitimación  del sistema jerárquico y , a la vez, la conformación de un vasto entramado de enlaces interpersonales   en red, como  expresión nueva de organización de  estructuras,  en que  cada cibernauta  aporta cooperativamente al conjunto de la red, y extrae de allí según necesita.  Esto implica una necesidad de negociación permanente, y la idea que está detrás de esto desde el punto de vista organizacional es que decaigan las pirámides jerárquicas, para convertirse en redes y donde la forma de toma de decisiones dejase la  verticalidad- quienes están encima dan órdenes- y se convierta en horizontal: negociación abierta a todos .

Es dudoso aún cuánto ha de incidir esto en la reorganización de la política, puesto que, si bien la red muestra un acentuado dinamismo, su esencia misma es extremadamente frágil, puesto que cada uno puede retirarse en cualquier momento de los vínculos  trabados. De todos modos, aceptada la permanente validez del   lema  “gobernar no es mandar, es convencer”, se verifica que  la negociación cooperativa es una necesidad  en  aumento tanto en  empresas y  negocios, como  en los gobiernos. Así ocurre con el proceso de toma de decisiones predominante en la democracia, lo que se ve en los consensos que se buscan dentro de los parlamentos.

La coexistencia forzada de seis mil millones de personas a bordo del planeta mundo, obliga a una permanente negociación en la toma de decisiones, con miras a la coexistencia. En general se trata de relevar las tensiones latentes, prevenir la formación de los conflictos   , resolver los ya abiertos y contener su escalada.

Las grietas interiores puestas de manifiesto en la reciente pedrea contra el Congreso , los permanentes piquetes y cortes de calles y rutas.La amenaza de una nueva guerra europea, que puede extenderse. La indiferencia ante la violencia  social y delincuencial cotidiana… son cuestiones  graves a conjurar.

III.-LA VIOLENCIA EN SUS FORMAS ABIERTAS U OCULTAS COMO LO CONTRARIO A LA CONVIVENCIA EN PAZ.

La violencia del hombre consigo mismo, surge de distintas fuentes de desconcierto o desorientación, frustración,  pérdida del sentido,   y , en tal caso la “violencia es siempre proporcional a la fragilidad psíquica y espiritual de su portador. En un mundo confuso y con mapas desdibujados y tradiciones diluidas, impera la sensación de fragilidad,- y de miedo- lo que vuelve más tentadora para muchos jóvenes la idea de sumergirse en la euforia de la violencia victoriosa, “garantizada” por la pertenencia al grupo agresivo que los cobije”. En este caso, “lo frágil se transforman peligroso, porque en esa línea el intercambio se basa en la fuerza física” (5).

A su vez, se institucionaliza la violencia cuando se  vincula con el ejercicio de  una supremacía o un poder, político, social  o burocrático, que de modo injusto limite, coarte ,dañe o suprima  la libertad ajena. Puede darse por la existencia de  control excesivo, amenazas, acoso, agresiones verbales, sanciones, persecución policial, judicial, o impositiva, o por el espionaje ,escuchas telefónicas, seguimientos.

También por la agresión patotera o criminal apañada o tolerada por las policías, o por poderes civiles como sindicatos ,clubes o grupos de presión, muchas veces también vinculados a las estructuras públicas. Y, “la violencia verbal, las calumnias, la mentira.” Incluida  la mentira que bajo la forma de “relato”, se considera un recurso normal de la actividad política.

Pero la más significativa es la  que subyace bajo la superficie aparentemente tranquila de la vida cotidiana ,  y es la que se manifiesta a través de la marginación, o la indiferencia ante la necesidad expresada, o el derecho invocado, ya sea como petición, reclamo o defensa. Hoy  a través del actual neologismo “ninguneo” se indica la situación de la persona que es ignorada, despreciada, marginada, desconocida en su existencia, que por ello pasa a ser un “ninguno”, no es más un “alguien”, un  prójimo, un  ciudadano, una persona, es un “nadie”, un “don nadie” como antes se decía.

Hay al menos dos Leviatanes que amenazan la convivencia  pacífica de las personas. El Estado burocrático autoritario , amenazante y aislado frente a súbditos, que  , por tanto,  no dialoga , no trata , no intercambia. Su contrafigura, el Estado democrático y de derechos humanos, en cambio  , emerge  vinculado a una gestión cercana a la gente, permeable a sus problemas concretos.

La otra amenaza similar emerge  de la gran empresa monopólica, también burocrática e impersonal, principalmente en el área de los servicios públicos, que solo interactúa a través de máquinas telefónicas automatizadas, y medra sobre  consumidores  cautivos .En ambos casos la opresión se sirve del método de  la despersonalización , ya del ciudadano, ya del usuario, arrinconado a ser un  numero anónimo en padrones o cuentas bancarias.

La indiferencia ante la defensa, petición o reclamo, y la falta de mediaciones institucionales, ha llevado a la sociedad a generar acciones directas, también violentas, como piquetes, escraches, ocupación de espacios públicos- corte de calles o rutas-, y otras formas de hacerse notar como presencia, de modo de superar esta indiferencia que los ignora.Integra este cuadro de cotidiana violencia  el difundido equívoco  sobre la debida  defensa de los bienes públicos. Sobre todo, por una extendida y acentuada confusión sobre las distinciones entre las conductas de “defender” y las de “ocupar” o “dañar”, pues una de las modalidades más habituales de “defensa” de lo público consiste en su ocupación, que es una forma de privatizar para quienes protestan el uso del espacio, ya sea ocupen una calle, un edificio, una plaza, o se trate de hacer una pintada. Esa supuesta situación de protección es en realidad una confiscación, por cercado y exclusión de todos los demás, menos los individuos que se arrogan esa tarea, no delegada por nadie.

IV.- RECETAS BÁSICAS

Por razón de urgencia, la más elemental consiste en deslegitimar la prepotencia. La ética del cowboy que glorifica el duelo final como modo de resolución por muerte del conflicto con “los malos”, según   aparece  como una vertiente central en la cinematografía norteamericana, es el camino contrario a la deslegitimación de la violencia, donde los maestros, deben, a través de la tolerancia, buscar la resolución conjunta de los problemas.

Entre nosotros, esto implica mostrar en su ilegitimidad el desafío de  las patotas, los matones, las  barras bravas, de quienes  escrachan, cortan caminos, ocupan prepotentemente calles y plazas,  los pesados que amedrentan los chicos en los boliches, los policías bravos, los delincuentes de gatillo fácil  e inmunidad asegurada, o sea el éxito y la razón para el más  fuerte y más agresor. También la violencia de género en perjuicio de las mujeres, y el actualmente publicitado  bullying , que no es sino vulgar patoteo entre pares en las escuelas .

Todas y cada una de estas intolerancias, deben ser sin duda reconocidas y planteadas   en su ilegalidad e ilegitimidad, como precondición de su remedio. Hemos visto la posibilidad de transformación cultural, inclusive a corto plazo, como se comprueba  en el resultado  de campañas sostenidas de bien público en cuanto a desanimar el hábito del tabaco, ,acotar el uso del alcohol en los conductores, difundir los cinturones de seguridad,o los cascos de los motociclistas, y, si esto ha sido posible, también puede ser útil en el desarme de los espíritus, a través de la demostración y descalificación de tales conductas dañinas, irracionales e ilegítimas.

El remedio más consistente, es sin duda la personalización y la construcción de sentidos para cada una de las vidas individuales en trance de perderse. Indudablemente  uno de los motores importantes para ello es el trabajo, que seriamente, más allá de los lemas  ,”dignifica al hombre”, al hacerlo partícipe de la tarea divina de completar la creación, asegurando así una múltiple  pertenencia de identidad,  consigo mismo ,con sus vínculos y  prójimo, con el mundo y su Creador.

Esto es un resultado de muchas otras tareas previas. Si uno de estas consiste en  la promoción del dialogo, como  medio para el crecimiento de la paz, su  condición más primordial  es el reconocimiento entre los interlocutores del otro como tal, habilitado para escuchar y ser escuchado.  Como bien resume William Ury, un fogueado negociador, “los seres humanos tienen una multitud de necesidades emocionales: de amor y reconocimiento, de pertenencia e identidad, de propósito y significado para sus vidas. Si tuviéramos que resumir todas estas necesidades en una sola palabra, diríamos respeto. La gente quiere ser reconocida y respetada por lo que es”. (6)

Evidentemente el cambio de estructuras incluye abrirlas al diálogo y a la interacción, pues es una forma de ampliar el ámbito de la dignidad humana, evitando lo que entorpece sistemáticamente la asunción de responsabilidades o sea un impedimento al desarrollo de la iniciativa. En definitiva impulsar procesos complejos  de escuchar la necesidad, dialogar sobre la manera de resolverla,  y contener o  impedir la escalada de la violencia, buscando la construcción de posibles soluciones.

El trabajo político entendido como cooperación y servicio, realizado de modo transparente, esto es ,mostrando los avances que se van logrando, y buscando valores que puedan compartirse, espacios comunes, pautas que se reconozcan como justas ,implica en primer lugar no solo un reconocimiento sino una búsqueda del equilibrio de poder, que es una forma de pacificación elemental. En su encíclica Paz en la Tierra, Juan XXIII decía que para la convivencia civil es imprescindible que todos, bajo la guía de la justicia, respeten los derechos ajenos y cumplan sus propias obligaciones, sintiendo como suyas las necesidades del prójimo, y buscando un intercambio universal de los valores. Todo esto como condición del desarrollo humano en libertad. Al tratar el método del  diálogo Pablo VI señalaba en 1964 que la apertura de un diálogo desinteresado, objetivo y leal, excluye fingimiento, rivalidades, engaños y traiciones y estos principios son válidos  desde las relaciones más altas entre las naciones a las propias del cuerpo de las naciones mismas y a las bases tanto sociales como familiares e individuales para difundir en todas las instituciones y en todos los espíritus el sentido, el gusto y el deber de la paz.

Si en los corazones desconcertados de las personas sin rumbo rige la anomia, su voluntad se moverá sólo bajo los cambiantes  vientos de  sus caprichos y deseos.Por lo tanto, la restauración de las leyes como eje de la vida es uno de los cambios culturales necesarios para la paz. Afortunadamente existe un cierto consenso de que debe cumplirse con la Constitución, lo cual es un buen punto de partida  para cualquier normatización de la vida en común. Pero, en palabras del reciente documento de los obispos “es imprescindible un compromiso de todos en el respeto de la ley”. A buen entendedor, pocas palabras, pero muy fundamentales. “Todos” sólo puede entenderse como, para usar la tonta expresión en curso,  “todos y todas”, sin superhombres o súper mujeres que se consideren exentos de cumplir las leyes. También, todas las leyes: “desde la regla más importantes establecidas en la constitución nacional hasta las leyes del tránsito y las normas que rigen los aspectos más cotidianos de la vida. Sólo si las leyes justas son respetadas y quienes violan son sancionados podemos reconstruir los lazos sociales dañados por el delito, la impunidad y la falta de ejemplaridad de quienes tenemos alguna autoridad”.

En la Ética a Nicómaco, en el capítulo IX,    trata Aristóteles de la concordia o amistad civil, como propias de la buena organización social .Por ello , observa, la legislación busca la concordia y como peor cosa la discordia y el motín. Si los hombres son amigos no hay necesidad de justicia, pero siendo los hombres justos, aún con todo eso, tienen necesidad de concordia.

Si sabemos que hemos acumulados fallas en todos los sistemas  de convivencia y regulación, no las profundicemos. Mirémonos entre nosotros y reflexionemos en común, acudiendo a la vía dialogal, que no consiste, como en los debates televisivos, en contrastar a personas que hablan  sin respirar, y donde la mayor dote parece ser  la de disparar sobre el otro y la audiencia la mayor cantidad de consignas y lemas, sin  parpadear. No es eso dialogar ni lo es acatar dictados. Dialogar es pensar en voz alta entre dos o más, buscando una resultante común aceptable y  parejamente satisfactoria.

Por eso es preciso construir medios que institucionalicen el dialogo, y horizontalicen las relaciones. Abelardo Rossi escribió :”El diálogo con las cosas  ,con los hombres, con Dios, es realismo intelectual. La discusión es solipsismo  racionalista. Quien dialoga, escucha, quien discute, se escucha. Dialogar no es estéril  entretenimiento, vago juego de ingenio, ni perder el tiempo. Es “redimir el tiempo” lo que implica abandonar algo -el orgullo, la autosuficiencia, las sordas esclavitudes interiores… y también realidades positivas pero intrascendentes- para ganar algo valioso y de provecho para el alma… Dialogar no importa, por cierto, ponerse de acuerdo en todo. Más discutir es no ponerse de acuerdo en nada. Lo primero da posibilidad de entenderse, lo segundo seguridad de no entenderse. Dialogar no es ceder, discutir es no ceder”.(7)

La comunicación  resultante  ayuda a entender  el conflicto  e identificar los  intereses profundos , más allá de las previas posturas, y , a partir de esto, generar hipótesis creativas que los  satisfagan  .Permite el  volteo  de los muros de incomunicación o malos entendidos, la   demolición de la posiciones y planteos con que llegan los contrincantes, para   , con los mismos elementos   o los adicionales que se  arrimen , posibilitar que ellos mismos construyan nuevos caminos y puentes de salida. Una vez abierto el espacio del reconocimiento y el diálogo, lo procedimental pasa a segundo plano, abriéndose camino a lo sustantivo, el objetivo común de arbitrar soluciones y encontrar satisfacción y saneamiento del conflicto. Si la concordia social resulta de un orden justo, Werner Goldschmidt enseñaba que el acto de  justicia implica  un reparto   , una asignación de potencias o de impotencias, y éste es el propósito del acuerdo entre  partes: que resuelvan  sus conflictos, realizando  su propio reparto, el más adecuado a su situación y posibilidades.

La prédica de la paz no implica desconocer las dificultades, las diferencias, la amenaza constante de la violencia o la guerra, sino recordarnos la preponderancia necesaria de la paz como condición de los demás bienes .Si esto se complementa con  objetivos de concordia y solidaridad ,de restauración de las normas y superación de la amenazante anomia, de restitución a la gente de sus derechos y deberes, no cabe duda  que progresivamente han de formularse institucionalmente  los medios apropiados para ello.

Frene al lema romano Si vis pacem, para bellum,  hoy vemos que la preparación para la guerra, traerá muy posiblemente más guerra. Diremos   , en cambio, si quieres luchar por la justicia y construir la concordia, multiplica tus herramientas buscando cumplir el objetivo constitucional de “consolidar la paz interior”.

La esencia del liderazgo es conducir ese camino. El conductor marca el rumbo de un bien, siempre difícil de conseguir, y tras de sí genera el rango de sus acompañantes, según su esfuerzo y mérito, unos más adelante, otros más atrás, pero todos en la misma común ardua tarea. Hauriou  enseña que las instituciones se forman de esta combinación de una idea fuerza generadora y la actividad que se consolida en el tiempo. Moisés lideró a su pueblo a través del desierto, en busca de la meta prometida, y cuando éstos requerían un dios material al que adorar, no cedió a la tentación demagógica de complacerlos,   bajando de la  montaña con las tablas que constituyeron los fundamentos institucionales de los milenios futuros.

IV.EL DERECHO A LA PAZ

En definitiva existe un derecho constitucional a superar la intranquilidad y el desorden, y la ansiedad social por un liderazgo que fortalezca las instituciones aptas para la paz. El alto fin constituyente de la paz ordenada es un derecho de los que emergen de la soberanía del pueblo, y es uno de los deberes que se asumen al jurar o prometer ejercer fiel y lealmente cada cargo público.

Superar la  amenaza del desconocimiento del otro ,a la que  se suma la anomia, como dificultad de acatar reglas; y  el consumismo  que  potencia  el insaciable motor de descollar por la riqueza; y, si esto se frustra, reemplazarlo por el resentido remedio de aplastar o destruir al otro. Vemos el ejemplo de las hinchadas  que festejan no solo el triunfo sino la mofa al derrotado, y, desde el ángulo de perdidosos, el ataque a golpes, gritos, empujones o  palos, pedradas o tiros según se encadenen los acontecimientos.

Educar al  soberano no consiste hoy por hoy en reenviar a todos a la primaria a cursar instrucción cívica, sino en mostrar y convencer, primero desde los poderes –políticos, económicos, mediáticos, sociales- y luego hacia abajo, la ventaja de volver a ser, usando un slogan, una comunidad organizada por ciertas metas o sentidos de paz, seguridad, igualdad y justicia. Esto pareció se lograba en 1983, cuando las arengas de Alfonsín; y no parece sea imposible  volver a lograrlo. Ta ha sido el sentido de quienes abogan por un  pacto refundacional  al que han etiquetado moncloico. No necesitamos acudir a los españoles-¿una nueva máscara de Fernando VII? –para ejemplificar lo bueno posible, pues  en nuestra propia historia esto se intentó y veces con éxito. Recordemos  los pactos de Palermo o San Nicolás o San José de Flores. No cabe duda que, como entonces , son los poderes territoriales los principales protagonistas posibles ,porque , aunque los gobernadores sean individualmente  hombres de partido, son también algo más que eso, son personalmente  responsables ante mucha gente que los conoce y trata .por sus gestos y conductas.

Nuestra ventaja es que nos  asiste un gran consenso entonces inexistente sobre la virtud y mérito de asentir ante el pacto constitucional. Lo que no hemos resuelto bien y es el nudo del problema, es como atajar y reencaminar a los que, guiados por el gen que nos acosa, optan por querer saltear etapas, transitar por la banquinas y otros atajos irresponsables e ilegítimos. Esto encuentra solución solo en el nuevo convenio de no permitir esto, y de respetar solo a quienes acepten la ley  de la paciencia  frente a las  esperables  dificultades de encontrar de nuevo el sendero del crecimiento en paz y concordia.

Cuando Platón pensó en una república guiada por  sabios guardianes, no proponía dar empleo a ancianos o jubilados solo aptos para el chisme o las intrigas. Partía del concepto de que así como la moral estaba destinada a ordenar en  lo interior las conductas humanas, la política era el ordenador de la vida y este sabio filósofo ideal que propone,  porque  tiene la sabiduría que lo lleva a elegir caminos de bien, sería, en términos de ahora, un inteligente emocional, o sea un prudente, conocedor y experimentado, un baqueano de la vida.

Hombres así fundaron nuestras instituciones, y lo que habían sufrido, trataron de enmendarlo para ellos y su descendencia. Viniendo de largas guerras y crisis comprendieron el valor superior de organizarse y de fundar instituciones sobre una paz que habían logrado peleando y estaban dispuestos  a conservar y hacer crecer de ese modo si resultaba necesario.

De ahí la necesidad de fundar la paz presente y la concordia futura sobre una sana política  que cierre los enfrentamientos del pasado, como una sólida señal  de cambio de época. Los fracasos anteriores no  significan sino eso, fracasos, pero no invalidan la ventaja y necesidad de forjar instrumentos de verdad y pacificación.

NECESARIO APENDICE SOBRE EL TRATAMIENTO DE LAS SECUELAS DE LOS ENFRENTAMIENTOS DEL SIGLO PASADO

Considero necesario abordar la necesidad de dar fin a la secuela de los enfrentamientos del siglo pasado, con su historia de luchas armadas, muertos, heridos, presos, exiliados y desaparecidos.

Nuestra Constitución, propuso la paz como objetivo social y político, para superar duras luchas civiles anteriores. No pudo terminar con ellas de inmediato, lo que no podía sorprender,pero, por el contrario, lo verdaderamente sorprendente ha sido que finalmente se alcanzaron  décadas de paz y crecimiento.

Antes de 1853 también resultaron infructuosos muchos intentos. En el artículo 5º del tratado tripartito del Pilar -1820-se amnistió y devolvieron propiedades a quienes habían guerreado en bandos opuestos; y del mismo modo, hubo cláusulas de compensación y reparaciones mutuas en el del  Cuadrilátero  de 1822; cuyos principios fueron  ratificaos y ampliados en el Pacto Federal de 1831, asentándose el objetivo de tratarse mutuamente con ¨la mejor armonía posible ¨, y como objetivo  ¨la paz pública en todas las provincias¨; lo que recién pudo empezarse a concretar  mucho después. En el acuerdo de San Nicolás-1852- se  reiteró este afán de ¨paz pública y concordia entre los ciudadanos de todos los partidos, previniendo o sofocando todo elemento de desorden o discordia y propendiendo al olvido de los errores pasados y estrechamiento de la amistad de los pueblos argentinos¨ (art.13); lo que no clausuró las luchas,  reiterándose  el principio y el remedio en el Pacto de San Jose de Flores de 1859, que estableció en su capítulo X  ¨un perpetuo olvido de todas las causas que han producido nuestra desunión, ningún ciudadano argentino será molestado de modo alguno por hechos ni opiniones…¨ del pasado reciente.

Esto es reiterado. La ley 714, de Julio de 1875 dispuso una amnistía  general por delitos políticos y delitos militares anteriores a la dimisión de la ley. Los fusilamientos o apropiación de dinero público, u otros delitos comunes en ocasión de rebelión o sedición serian juzgados sin considerarlos delitos agravados. (ADLA 1852/80 Pág. 996). En 1877 se dictó otra similar  para quienes hubieran sido condenados por causas políticas o militares por rebelión o sedición (ley 843 ADLA p. 1144).En 1888 se dispuso una amnistía general por todo delito político, dejando a salvo las acciones “Civiles o criminales” en contra del derecho común, sin considerar agravantes la motivación de sedición o rebelión ( ADLA  1881/8 Pag.438).Similares  fueron las leyes  2713, 3223. Ley 11626 y 12673. La ley 12920 amnistió los delitos cometidos por los militares el 6 de septiembre de 1930, ampliada por la ley 12977. La ley 14296 fue de amnistía politica y gremial (ADLA XIII-A-249).Otras  amnistías generales fueron dictadas en 1953 (14296) – 1958(14436) y  1969 (Leyes 18325 y 18463).

Al asumir el gobierno de Cámpora en 1983, se dictó de inmediato la ley 20508 de amnistía general de los condenados o procesados  por delitos subversivos en el periodo presente,según listados en los decretos de aplicación. Nuevamente ,al retirarse el posterior gobierno militar, en 1983 dictóse una ley general de amnistía tanto por los delitos subversivos como para los cometidos  en ocasión de su represión -ley 22924- que fue muy pronto dejada sin efecto, por la primera ley sancionada luego de restablecida la democracia (23040). Con los nombres de leyes de Punto Final y Obediencia Debida, se establecieron formas de amnistía (leyes 23492-1986- y 23521-1987) con  extinción de la acción penal y la punibilidad de los delitos cometidos en el periodo hasta 1983. Estos fueron declarados nulos por la ley del congreso 25779, validada más tarde por sentencias de la Corte Suprema a partir del 14 de junio del 2005 (Caso Simón y sus secuelas).

Con esto quiero argumentar dos cuestiones. Primero que la búsqueda de la paz es esencial a nuestro pacto de convivencia; y  luego, que ninguna paz es instantánea, y  requiere tantos intentos como fueren necesarios. Y un tercer punto: la historia se ha repetido, pues también respecto del cierre de nuestras luchas internas más recientes, han fracasado distintos instrumentos de pacificación. En este caso los hitos del fracaso  han sido la ley de amnistía 20508 y los abigarrados decretos de indultos de mayo de 1973; luego la ley de facto 22924, derogada a los pocos meses por el nuevo Congreso  por la ley 23040; la amnistía encubierta del punto final, luego también anulada junto con los indultos colectivos–para los ex guerrilleros se mantuvo su validez, para los militares y policías no.

Debiera en el futuro  preocuparnos, mucho más que el castigo sesgado  de la violencia ocurrida hace treinta  años, la que se produce a diario entre nosotros. Esto es, concentrar todos los esfuerzos del sistema policial, judicial y carcelario en la triste realidad presente, que viene  cobrando en la última década más víctimas  que los ocurridos en aquel amargo pasado. Una propuesta de pacificación sobre este tema, que hoy se debiera analizar seriamente, se encuentra en el proyecto del Diputado Jorge Reynaldo Vanossi, que propone amnistiar en forma amplia y general  por delitos militares, políticos y comunes conexos cometidos desde el 1 de enero de 1960 hasta la fecha, remarcando este objetivo dentro de la necesidad de recuperar un estado de concordia, impidiendo la cristalización y permanencia de actitudes de odio y resentimiento. Con serios fundamentos, señala no sólo el carácter político superior de una regla de esta naturaleza, sino la inexistencia de incompatibilidades con nuestro orden jurídico, tanto antes como después de la incorporación de los Tratados, máxime sobre hechos que se han cometido con anterioridad a la reforma de 1994 que los incorpora.

Una correcta y bien aplicada legislación habilitando la conmutación  de penas  tendría probablemente fuerza significativa en progresar en el camino de la verdad. La verdad es un valor equivalente al de la justicia, y puede permanecer dificultado o velado, si quienes guardan conocimientos que hacen a la develación de la misma, temen la posibilidad de poder ser castigados por ello. Hoy muchos testimonios que serían esclarecedores y, en su medida, sanadores, están ya perdidos en las tumbas o sepultados en lo más oscuro de las conciencias. En tal sentido, en el cambio político sudafricano luego del apartheid, se dio primacía a la verdad sobre la justicia, como medio de construir una etapa de superación de los odios y rencores anteriores que habían sido no solo graves, sino muy prolongados en el tiempo.

Como bien señala Julio Bárbaro “leer mal el pasado clausura nuestro futuro”..” una memoria más asentada en la resentimiento que la autocrítica, un pasado que imagina que el único enemigo está en el otro… nunca pueden convertirse en una forma de vida“(8)

No debe dejarse de lado, las sabias reflexiones de Aristóteles ya citadas, contenidas en la Ética a Nicómaco, cuando al valorar bienes supremos, trata de la amistad primero entre las personas y luego la amistad política o conocrdia. El texto fundamental expresa que quien haya recorrido el mundo habrá visto que la amistad es lo que mantiene unidos a los estados, y que las leyes debieran ocuparse más de ella que de la justicia.

La concordia entre los ciudadanos es el objetivo principal de las leyes, que buscan asimismo lo contrario, o sea desterrar la discordia, “que es la más fatal enemiga de la ciudad”.

Cuando los hombres tienen concordia entre sí, no es necesaria la justicia, pero, agrega,”aunque sean justos mantienen sin embargo necesidad de concordia o amistad… de que sirve –expresa– mayor prosperidad, riqueza, poder y autoridad sin amigos. ..cómo administrar y conservar esos bienes sin amigos…cuanto mayor sea la fortuna tanto más expuesta se haya… Los amigos son el único asilo en la miseria y en los reveses. En la juventud pedimos de la amistad por consejo, cuando viejos por auxilio y suplencia de nuestra debilidad”.

por Roberto Antonio Punte

Referencias : (1) “La Ciudad de Dios” -San Agustin-Cap.XIX -Ed. Porrúa.;
(2)Tomas de Aquino -” Summa Teologica” -Parte II-Cuestion 29-Ed.Club de Lectores.
(3)”La amistad política en Aristóteles y Carl Schmitt” Luis Fernando Barzotto- Prudentia Iuris Nº70.p.213- traducción del portugués por Federico Bonaldo.
(4) Aristóteles –“La Politica”-Libro IV-Cap.I y II sobre la vida perfecta y la felicidad; y , más adelante, Libro VIII, sobre las causas de las revoluciones.-Colección Austral-Espasa Calpe. Y “Ética a Nicómaco”-ed. Porrúa-
(5)”El lenguaje de la violencia” ,Miguel Espeche-La Nación –p,29-2/5/2014.
(6)”Alcanzar la paz. 10 caminos para resolver conflictos en la casa,el trabajo y el mundo” William L.Ury-Paidós-2000- y recensión en Prudentia Juris Nº50-agosto 2000-p.162.
(7) Publicó un valioso y breve estudio titulado “¿DIALOGAR O DISCUTIR?” reproducido en el homenaje en ocasión de su muerte, publicado en el Suplemento Constitucional de El Derecho, el 23 de octubre de 2009.
(8) “Leer mal el pasado clausura nuestro futuro” -Julio Bárbaro -Clarín -26/3/2014- coincidentes las notas “La historia es más que memoria”, Ceferino Reato –La Nacion,p.15-10/4/14; y en otras ediciones del mismo periódico, por Luis Alberto Romero “Cuando la política desvirtúa a la justicia” (25/2/14) y “Derechos humanos, de la justicia la venganza” (24/tres/14).

Nota del autor: Este artículo actualiza para la serie INTERESES NACIONALES el titulado “La Paz como objetivo de la sociedad y el buen gobierno “ publicado en FORUM. Nº2 Anuario de Derecho Constitucional UCA 2014 , y en una versión mas breve el 6/3/88 en el Suplemento de Derecho Constitucional de ElDial con el título “Violencia institucional y social. Necesidad de un cambio para la concordia”.