Por Ricardo Lafferriere

Marcó bien el “ellos y nosotros. El kirchnerismo cayó como chorlito: quedó defendiendo a Maduro, a los narcotraficantes, a los empresarios procesados, a la impunidad de la corrupción, la intolerancia cerril y a la corrupción en la política. Hasta su slogan “Hay otro camino” inspiró la inmediata respuesta en las redes: “Lástima que Lázaro Báez no lo terminó…”

El oficialismo quedó del lado que hace obras de infraestructura en todo el país, combate al narcotráfico, defiende al pueblo venezolano, respeta el funcionamiento institucional y la división de poderes, ejercita la tolerancia y busca atenuar la gravedad de la situación económica de los más necesitados (45 % de aumento en la AUH es un ejemplo). Y condena la impunidad (“la justicia puede trabajar libremente e investigar cuando lo desee hasta la propia familia presidencial”, en obvio contrapunto con la protección por fueros legislativos de la familia presidencial anterior).

Esas son las imágenes más importantes del discurso que se trasladaron a la opinión pública.

Sus efectos: fortalece el frente interno de Cambiemos, desalentando la tendencia al desgranamiento por derecha (Espert, Milei) y por izquierda (Lavagna, “progresistas”, radicales “díscolos”).

Le inyecta ánimo militante a sus cuadros medios y bajos, recreando una mística de campaña.

Diluye al pejotismo, que no atina más que a alinearse tras el kirchnerismo, como insignificante furgón de cola de ejes de campaña -defensa de narcos, corrupción, impunidad, modelo chavista-
que aunque no comparta, se siente que carece de fuerza interna para cuestionar.

Pero lo más trascendente: vuelve a poner en valor el liderazgo presidencial, dibujando un escenario deseado tras el cual alinear los esfuerzos para “atravesar el desierto” viendo a lo lejos un oasis que justificaría el esfuerzo presente

¿Cuánto durará ese efecto? ¿Horas, días, semanas, meses?

Nadie lo sabe. Pero está claro que fue un discurso pensado e inteligente, positivo para la polarización electoral de Cambiemos que podrá sostenerse a condición de algunos éxitos económicos -control de la inflación, recuperación salarial vía paritarias y monitoreo diario del dólar- que serán los “issues” electorales que intentará instalar la oposición.

Tiempos interesantes.