El 1 de mayo es un día rico en nuestra historia. En 1853, en la ciudad de Santa Fe, fue sancionada por los “representantes del pueblo de la Nación, reunidos en Congreso General constituyente,  por voluntad y elección de las provincias que la componen”, la Constitución que nos rige, estableciendo un gobierno representativo, republicano y federal.

De esa manera, se convirtió en la Carga Magna que rige nuestro país. La Ley 25.863, sancionada en 2003, dispuso que fuera este día el elegido para honrar la memoria de este hito en la organización nacional.

A su vez, por decreto del 28 de abril de 1930, Hipólito Yrigoyen declaró esta fecha como “fiesta de trabajo”, tomando una iniciativa de la Segunda Internacional, socialista, que  se remonta al siglo XIX, así conmemorando un alzamiento obrero en Chicago en 1886.

Para las Escrituras, fundamento de la tradición hebrea–cristiana, la humanidad desde su inicio ha tenido un primer mandamiento, el del trabajo, en la bendición divina que se expresa en el mandato originario de “creced y multiplicaos y henchid  la  tierra, sometedla  y dominadla”. Esto se interpreta como un precepto primordial, anterior e independiente al aspecto de penosidad y esfuerzo,- “ganaras el pan con el sudor de tu frente”- convocando al crecimiento integral para cada persona ,intelectual , espiritual o interior, y para la humanidad entera, en sus aspectos sociales y materiales, acrecentando la herencia entregada.

De ahí, la expresión tan difundida de que  “el trabajo dignifica al hombre”, pues, es un camino ineludible hacia alguna forma de desarrollo y plenitud. En nuestra Constitución el trabajo ha sido desde siempre un derecho y una libertad, pero los documentos internacionales lo consideran también un deber de cada persona “dentro de su capacidad y posibilidades a fin de obtener los recursos para su subsistencia o en beneficio de la comunidad” -puesto que “sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad-.” 

José Hernández  nos ha dejado estas líneas admonitorias: “pues la miseria en su afán , de perseguir de mil modos, llama las puertas de todos, y entra en la del haragán”.

CANTO AL TRABAJO
Letra de Oscar Ivánissevich y música de Catulo Castillo

Hoy es la fiesta del trabajo,
Unidos por el amor a Dios,
Al pie de la bandera sacrosanta,
Juremos  defenderla con honor.

Que es nuestro pabellón azul y blanco
La sublime expresión de nuestro amor.
Por él, por nuestros padres, por los hijos,
Por el hogar, que es nuestra tradición.

Se ennoblece la vida trabajando,
Se quiere más la patria y el hogar,
Cuando el sudor bendice nuestro esfuerzo,
Cuando ganamos, trabajando el pan.

San Martín venció al Ande trabajando
Y traspuso las cumbres hacia el sol,
Cumpliendo los deberes de argentinos,
Tendremos los derechos y el amor.