Nuestra supervivencia como nación organizada dependerá principalmente de aquí en más de la organización de la sociedad, debido a la falencia directiva del gobierno y el Golpe de Estado en cámara lenta que se está desarrollando para privar de todo poder real a la autoridad legitimada originariamente del presidente de la Nación, que asumiera en 2019.

En ciencia política se determina la tenencia del poder como una moneda de dos caras, una del mando y su contracara la obediencia. Esta obediencia se define como el eficaz y pacífico cumplimiento de lo que se dispone.

Deficiente en eficacia y debilitada la obediencia el poder se desnuda y deriva en una carátula ineficaz, un mero símbolo.

Nadie niega que aún los símbolos pueden tener valor en determinados momentos, pero la construcción de los consensos ciudadanos que constituyen la esencia de la democracia,  se corporiza en el voluntario seguimiento y acatamiento de las leyes y de las medidas que en su consecuencia se dicten, por lo que la concurrencia  de mayorías y minorías en el Congreso es en nuestra Constitución una pieza fundamental, puesto que el  gobierno republicano se funda en la representación, expresada  a través de la participación esencial de los partidos políticos mayoritarios y minoritarios.

En este régimen, lo procedimental se integra con lo sustancial, o sea que deben concurrir armónicamente lo formal con el contenido, para generar poder legítimo, que exprese válidamente la voluntad popular.

Aunque un espectador desprevenido podría pensar que la asunción del Presidente Fernández al ejercicio de la  presidencia del Consejo Superior del Partido Justicialista, significa  un aumento de poder, no lo es asi, en cuanto a la vez se advierte que este no es sino uno de los integrantes del Frente para Todos (más todas y todes, como oportunamente se aclaró). Puesto que dicho frente es un conglomerado que incluye al kirchnerismo liderado por la vicepresidenta, el Frente Renovador, liderado por Sergio Massa, el Movimiento Evita, Proyecto Sur( Pino Solanas,) el partido Somos (Victoria Donda), el Movimiento Nacional Alfonsinista (Leopoldo Moreau), el Partido de la Concertación FORJA,( Gustavo López), y tres derivados del comunismo (Partido Comunista, Partido Comunista (Congreso Extraordinario) y el Partido del Trabajo y del Pueblo, el Partido Socialista de Buenos Aires(Jorge Rivas) Partido Solidario(r Carlos Heller), y Nuevo Encuentro (Martín Sabbatella), etc… y el apoyo de la CGT y la CTA. Una aparente heterogeneidad que no es tal, por el liderazgo evidente de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que acumula la experiencia y los contactos propios de haber ejercido el poder durante más de 12 años.

La principal característica de este conglomerado es su vocación de poder que se manifiesta por la ocupación de la mayor cantidad de cargos con capacidad de influir a través de presupuesto en las decisiones de empresas y ciudadanos.

Pero también es cierto que si bien el poder convoca, también desata pugnas competitivas internas que generan contradicciones y debilitan tanto la toma de las decisiones como su ejecución práctica. La falta de un plan explícito de gobierno, y la firme sospecha  de plantes secretos más o menos disimulados, da lugar a una avalancha de mensajes contradictorios a la sociedad que redunda en un vínculo tóxico para la vida colectiva, pues es notorio que hay disparidad  de diagnósticos sobre los problemas, con un consiguiente desconcierto en las medidas destinadas a solucionarlos, lo que genera a su vez desgastes y desánimo colectivo.

Esta es una situación antigua, manifestada en el progresivo deterioro y decadencia de la vida colectiva, con daño estructural con más del  40% de la población en la pobreza, con un 10% de indigencia, números que se multiplican en la franja de la niñez hasta los 14 años. Con una alta inflación, una de las mayores del mundo, la falta de certezas sobre las políticas macroeconómicas viene redundando hace tiempo en el cierre en cadena de empresas y comercios. En un mundo interconectado, los vaivenes de la política exterior agravan el cuadro de incertidumbres.

Un ejemplo claro de esta ineficiencia y desconexión ha sido la improvisación e imprevisión  respecto de la pandemia, tanto en el exceso de medidas desorganizativas de la sociedad y paralizantes de la actividad pública y privada, como la falta de provisión oportuna de vacunas y de reserva de las necesarias para impedir tanto la crisis sanitaria como la económica. En estos temas, la entronización de la errónea tesis de que el Estado centralista guiado por una facción sea el mágico portador único de soluciones, parte de  una profunda y antidemocrática desconfianza de la gran capacidad de la sociedad civil, debidamente orientada, de generar y realizar los cambios y desarrollos que beneficien a todos.

En consecuencia, volviendo a la proposición inicial, es posible sostener la tesis de que no debe esperarse de esta política un encarrilamiento positivo de la crisis en curso tanto la política, como la sanitaria y la económica. Y como en definitiva todo vacío tiende a llenarse, es de esperar una reacción de la sociedad civil y sus organizaciones, para llenar el déficit de consensos en la cúpula, e impedir la aventura de tomar el poder por grupos violentos y autoritarios que pretendan llenar ese vacío para beneficio propio.

por Roberto Antonio Punte