Decía Platón aquello de que «el cuerpo humano es el carruaje; el “yo”, el hombre que lo conduce, el pensamiento son las riendas y los sentimientos los caballos».
Lo primero dice de la unicidad en la dualidad de lo que es un hombre: materia y espíritu. Cuerpo y alma. Lo segundo la necesidad de elevar lo que siente ― o presiente― haciendo uso de la herramienta que le ha sido dada y es la razón. Buscar el porqué de las cosas y así encontrar juicio de su propio ser, más allá del “desbocamiento” al que le expone sus sentidos. Por no decir del atrofiamiento intelectual que supone estar constantemente sometido a los medios diseñados por la ingeniería social del poder de turno, que busca vaciarlo de ideas, y cuando menos, condicionar su pensamiento para, teniendo un hombre hueco, someterlo.
La verdad que el hombre busca, sea externa o interna (que bien visto vienen a coincidir, pues sin ella no puede concebirse a sí mismo, y una vez comienza a pensarse ha de recurrir a lo que se le escabulle de entre los dedos y le trasciende) se parece al viento: es inaprensible. Mientras más trata de cosificarla para hacerse con ella― a pesar de mostrársele― más se le escurre por entre los dedos, como el humo o el aire. La puede aprehender, más no se le somete, sino que le sobrepasa. Para aproximarse a ella necesita aprovisionarse de paciente humildad, y preguntarse, sugerir y reflexionar, más allá de su limitación, lo cual, de alguna manera invita al abandono, pues, si no fuese contingente, ¿a qué la necesidad de buscarse fuera de sí? Es algo que desde antiguo vienen haciendo los filósofos tratando de desenmarañar la madeja, a fin de encontrar dónde comienza el hilo.
REFLEXION- Consideremos la dificultad de entender aquello que la razón no alcanza.
SUGERENCIA- La razón niega lo que no puede afirmar.
PREGUNTA- ¿Sólo puede admitirse lo que el entendimiento confirma?
REFLEXION- No ha de ser así. Siendo el hombre racional, es también intuitivo y sensible. De un lado, la razón. Del otro su apertura hacia lo que la razón no puede mostrar.
SUGERENCIA- ¿No es lo más razonable creer sólo lo que se ve, como aquel Tomás incrédulo?
REFLEXION- ¿Acaso puede verse una subpartícula del átomo? ¿Quizá alguien ha visto el amor?
SUGERENCIA- Ciertamente, no.
REFLEXION- Y, sin embargo, somos átomos y amamos. A pesar de la duda.
SUGERENCIA- En ocasiones la respuesta buscada no afirma, ― aunque sostenga―; sin embargo, sostener su negación equivale a rehusar aquello que encierra la misma pregunta.
REFLEXION- Se puede dudar de la causa, pero no del efecto.
PREGUNTA- ¿Hay efecto sin causa?
REFLEXION-Se duda de la cosa, pero no del que la piensa.
SUGERENCIA- Hay cosas a las que no se puede acceder directamente. Y, sin embargo, negarla equivale a desentenderse del pensante.
PREGUNTA- ¿Puedes ser más concreto?
REFLEXION- Discurramos acerca el hombre. ¿Puede pensarse qué es?
SUGERENCIA- Ciertamente, no. Porque lo que no es no puede darse existencia a sí mismo. Y el hombre existe. Siendo efecto ha de tener causa. Por sí, no puede abarcarse.
PREGUNTA- ¿Y cuál es esa causa?
REFLEXION- La respuesta es un misterio.
PREGUNTA- Un misterio nada explica.
REFLEXION- Afirmar al hombre y negar la causa es contradictorio. Conduce a la “nada”.
PREGUNTA- ¿Qué prueba la nada?
SUGERENCIA- Ha de ser lo que su nombre indica. Nada.
PREGUNTA- Siendo el hombre un ser racional, ¿no es la nada la negación de la razón?
REFLEXION- ¿Existe alguna razón que pueda responder a eso?
SUGERENCIA- De no haberla, sería una crueldad la vida.
PREGUNTA- ¿Y quién podrá respondérsela?
REFLEXION- La Ciencia, no, pues sabe de lo que experimenta.
PREGUNTA- ¿Tal vez la Filosofía?
REFLEXION- No lo creo, porque parte de la razón y ésta no alcanza más allá del intelecto.
SUGERENCIA- Entonces, habremos de inferir que ha de darse una causa eficiente.
PREGUNTA- ¿Qué hemos de entender como tal?
REFLEXION- Ha de ser la que se basta a sí misma, sin necesidad de nada.
PREGUNTA- Y siendo autosuficiente, ¿qué razón habría para que fuese creadora?
SUGERENCIA- Está claro; si no necesita de nadie ¿por qué lo hace?
PREGUNTA- ¿No ha de ser su propia naturaleza creativa?
REFLEXION- Si es autosuficiente y creativa, ¿qué ha de moverle a serlo?
SUGERENCIA- Sólo puede concebirlo el comunicarse. Lo cual requiere del amor.
REFLEXION- Es cierto. La naturaleza del amor es comunicativa. Se desborda de sus límites.
SUGERENCIA- Dices bien. El amor es como el fuego: ha de excederse. Por eso es creadora. Don que da vida.
REFLEXION- Si admitimos esto hemos de admitir lo causal y no lo casual. Personalizar el misterio. Abrirnos a la realidad.
PREGUNTA- ¿Y qué es la realidad?
REFLEXION- Ha de ser todo lo creado, incluido el hombre. Lo cual lleva parejo la contradicción y la confianza.
PREGUNTA- ¿Puedes ser más explícito?
SUGERENCIA- El trigo y la cizaña crecen juntos. Existe el bien junto al mal. Vida y muerte.
PREGUNTA- Nacer para vivir y vivir para morir. ¿Y después…?
REFLEXION- A eso me refería. Para dar sentido al dolor es necesaria una confianza en la vida, a pesar de todo. Una confianza radical, pues el mundo no puede responder a los anhelos del hombre.
PREGUNTA- ¿Y cuál es ese anhelo?
REFLEXION- Sin duda, vivirse sin fin.
SUGERENCIA- Algo inalcanzable que ha de ser respuesta a la última pregunta del que se piensa.
PREGUNTA- Esa última pregunta ¿no ha de engarzarse con la primera? Esto es, que el hombre no ha de proceder de la nada. Mas, llegado aquí me surge una nueva interpelación: ¿por qué el misterio y no el azar?
SUGERENCIA- Preguntar por esa causa eficiente es encontrar respuesta para el hombre. Y a la inversa. Querer saber acerca del hombre remite a esa pregunta primera y última. Si se responde que todo es azar, nada se responde del hombre.
REFLEXION- Lo cual nos induce a admitir el creacionismo.
PREGUNTA- Me parece más admisible que lo contrario. Mas, si admitimos que la razón de comunicarse y darse esa causa eficiente es el amor, pues ¿qué otra razón cabría si no?; siendo primero el amor, ¿de dónde procede el mal?
REFLEXION- Si el hombre es producto de ese amor, ¿para qué ha de sometérsele al sufrimiento?
SUGERENCIA- Ya se preguntaba el viejo Epicuro, que si no puede evitar el mal es porque no ha de ser omnipotente, y si lo ha creado habrá de ser porque no es bueno. Contradicción que conviene razonar.
PREGUNTA- ¿Puede el amor ser malvado?
SUGERENCIA- Ciertamente sería una antítesis, porque el amor no puede ir contra sí mismo.
REFLEXION- Si la causa se comunica por pura gratuidad, el efecto ha de responder aceptando el don. Es la vida la que vive al hombre, que en su deseo grita eternidad. Pero el amor no se impone, sino que reclama ser correspondido. La gota que salió de su Océano de infinitud ha de retornar a él purificada tras las vicisitudes de su existencia. El camino a recorrer será el de alcanzar el fin al que fue destinado: ser plenamente hombre, eligiendo desde su emancipación.
SUGERENCIA- Deduzco que nos dices de la libertad.
PREGUNTA- ¿Elección de qué?
REFLEXION- No ha de ser otra cosa que elegir entre el bien y el mal.
PREGUNTA- Entonces, ¿el mal está puesto para que decida desde su albedrío?
SUGERENCIA- Así debe entenderse. Todo lo que es creado ha de ser imperfecto― pues no puede ser igual que el que le da vida― y su realización ha de proceder del esfuerzo de su hacer.
PREGUNTA- ¿Se justifica entonces con sus obras?
REFLEXION- Responde con ellas. Ha de permanecer abierto al reto de esa dádiva. Lo que se le ofrece es don, más allá de la justificación.
SUGERENCIA- ¿Debo comprender que propones depositar la confianza radical en ella?
REFLEXION- La opción del hombre pasa entre perderse y encontrarse. Si se entrega al mundo se perderá. Si se abre al don vivirá.
PREGUNTA- ¿Qué ha de entenderse con “abrirse”?
SUGERENCIA- Si ese amor divino es la causa eficiente de todo, ¿no habrá de ser amado?
PREGUNTA- ¿Y cómo amar lo que no se ve ni conoce?
REFLEXION- ¿Acaso no habla el eco de la voz y no se le ve?
SUGERENCIA- Es cierto. Se le reconoce sin conocerlo, pues de lo contrario todo sería ilusión. Efecto sin causa.
REFLEXION- Siendo quien da la vida inaccesible podríamos entenderlo mejor desde la propia contingencia. Si el hombre es un ser necesitado― y prueba de ello es su deseo de vivirse y la imposibilidad por sí mismo de hacerlo al cabo del tiempo― habrá de confiar en el futuro y también en el presente, a pesar de lo incierto.
PREGUNTA- ¿Una escucha pasiva?
REFLEXION- Una espera activa. Lo que el hombre pide para sí ha de quererlo para los demás. Y esto pasa por hacer un mundo más humano al que habrá de aportar su grano de arena. Humanizándose, se acerca a la divinidad que se le ofrece.
PREGUNTA- ¿Y si así no fuese?
REFLEXION- Entonces, a fuer de ser honestos habría de admitirse el caos como respuesta a todo, incluido él mismo. La nada. Lo que no puede responderle. Ni allá, ni acá.
SUGERENCIA- Tarea ardua, que por encima del filosofar colectivo requiere de un soliloquio personal si el hombre quiere conocerse más allá de la apariencia del ser. Sugiero el silencio para poder escuchar esa voz desde el interior de cada uno. Yo ya callo.
por Ángel Medina