Jueves 1º de Noviembre de 2018

Fue el último encuentro del año y a sala llena.  O mejor, a biblioteca llena. Asistieron casi todos los que nos acompañaron desde el primer día y algunos más. El tema La vocación y sus manifestaciones fue desarrollado por dos invitadas representantes de dos vocaciones: la poeta María Judith Molinari y la profesora Cristina Bonfiglio que ya nos habían visitado en una oportunidad anterior.

Como coordinadora hice una pequeña introducción sobre el significado de la palabra vocación y presenté a las disertantes,

Cristina Bonfiglio, profesora de Literatura y Comunicación Social (Instituto del Sagrado Corazón, CABA) y egresada del Instituto Dante Alighieri donde se especializó en Gramática, Literatura, Arte e Historia del Arte de Italia demostró la integridad con que responde a su vocación docente. Habló del significado etimológico de la palabra vocación, y conociendo la obra de su compañera de mesa dio una clase magistral sobre el soneto, esa composición surgida en Italia en los siglos X11I y XIV, de su forma y peculiar musicalidad.  Nos habló de los poetas que lo cultivaron y nos recitó en su lengua original sonetos de Dante y Petrarca, con la posterior traducción. Ante una pregunta del público expuso con claridad el simbolismo que encierra La Divina Comedia.

María Judith Molinari estudió  Relaciones Humanas en La UCA y Normativa de la Lengua en la Fundación Instituto Superior de Estudios Lingüístico.  Pero esencialmente es escritora poeta, sonetista. De gran interés resultan las memorias que publicó sobre su relación con Jorge Luis Borges y la madre, Leonor Acevedo de Borges.

María Judith nos habló de su vocación por la poesía que sintió la vida entera,  Desde el colegio y desde el momento en que su madre, conociendo sus gustos, la hizo estudiar declamación, estudios que prosiguió con los mejores maestros del país.  

Contó el inicio de su amistad con los Borges y cómo fueron ellos los que insistieron para que respondiera a su talento por el soneto. Borges le hizo notar que ya tenía incorporado naturalmente el ritmo  del verso endecasílabo con acentos en la sexta y décima sílaba, acentuación propia del soneto. Y eso fue lo que hizo la vida entera. No recordaba con exactitud la cantidad que escribió en sus muchos libros publicados y premiados.

Deleitó a los presentes con el recitado de algunos sonetos pero en particular cuando declamó unas milongas de Borges, con la voz impostada y el gesto tal como los pudo haber actuado algún compadrito de antaño.

Fue una estupenda velada y muy gratificante escuchar los comentarios del público sobre lo bueno que había sido el cierre de la temporada.

Carmen Medrano, Noviembre de 2018