¿Realmente nos importa reducir la pobreza?

Pareciera que no. Porque desde hace años, sucesivos gobiernos aplican recetas que la incrementan.

No se trata de la mala implementación de una fórmula exitosa. Se trata de ir a contramano de aquello que la ciencia económica ha probado que es eficaz.

En un tiempo en el que todo lo hablamos en clave medicinal, la voraz infección la atacamos sólo con paracetamol. Controlamos (por un tiempo) la fiebre, pero el problema de base se agrava.

Los esquemas asistencialistas son paliativos. Pero la pobreza creció a tal nivel (42,0% según última medición del INDEC) que, discutir si es uno por ciento más o uno por ciento menos carece de relevancia.

Está demostrado que la variable que más incide en la reducción de la pobreza es la creación de trabajo formal. ¿Y qué es aquello que permite crear trabajo formal?  Una decisión optimista llamada inversión.

En economía se define a la inversión como el gasto destinado a incrementar o mantener un cierto stock de capital o activo fijo reproducible (maquinarias,  herramientas y demás bienes durables) utilizados en el proceso productivo. También incluye a las  construcciones,  infraestructura y las variaciones de inventarios. Hoy esto se ha ampliado a la enorme dimensión de los intangibles: investigación y desarrollo, diseños, software, industrias 4.0. La inversión es, en su esencia, aplicación de capital. Así, un país que combate al capital, necesariamente incrementará la pobreza.

La inversión directa (extranjera o doméstica) debe diferenciarse de la llamada “inversión financiera” o de cartera, que comprende las transacciones en títulos de participación de capital y títulos de deuda. Es claro que la dimensión financiera tiene tiempos completamente diferentes a la inversión directa. Uno compra títulos o acciones en fracciones de segundos, y los vende con la misma velocidad a través de los agentes de bolsa. No pasa lo mismo con la construcción de una refinería, de una fábrica de productos lácteos, o un laboratorio de nanopartículas.

La inversión sostenida por encima de un porcentaje del PBI permite aumentar el stock de capital, siendo uno de los factores determinantes en el proceso de crecimiento de la economía y la generación de puestos de trabajo, por encima del crecimiento de la población activa.

Hay una relación muy indicativa tanto de la fortaleza como del potencial de crecimiento de una economía. Ambos son fundamentales para viabilizar las mejoras en la calidad de vida de la población. El ratio Inversión / Producto Bruto Interno es utilizado y tiene series históricas que permiten un adecuado análisis.

Tengamos en cuenta que una economía, para reponer, apenas, su stock de capital requiere un ratio de 15 % aproximadamente.

Según el World Bank en el período 2000-2019, la tasa promedio anual de Inversión / PBI para la economía mundial fue de 24.4 %. Como todo promedio, impide ver las marcadas diferencias. Para el mismo período, China evidenció un ratio de 42.1 % (período en el que el PBI per cápita pasó de U$D 959 a U$D 10.261 ). Estados Unidos, por su parte evidenció una tasa del 21.18 %, casi idéntica a la de nuestro cercano Paraguay, 21.11 %

Argentina alcanzó apenas un 16.9% promedio anual, con una clara tendencia declinante. En 2017 fue de 18,2 %, en 2018 de 16 %, para caer al 14,5 % en el 2019. Hasta allí llegan las mediciones del World Bank. Si, a modo de estimación, aplicamos a esto la misma tasa de caída del PBI, estaríamos en un nivel de 13 %. Dos puntos por debajo de lo requerido para mantener el capital.

No debe sorprender el incremento de los niveles de pobreza, a pesar de las políticas asistencialistas que, supuestamente ayudan a los pobres. Ocurre lo que cualquier libro de economía explica a los estudiantes.

Así como una película tiene un backstage, la concreción de un proyecto de inversión real también. No es instantáneo, no tiene lugar en un día. No es para impacientes. Todo comienza con la elaboración de un proyecto, conformado por análisis de condiciones macro, sectoriales y financieras. El sector privado realiza inversiones con el propósito de obtener utilidades. Y esto debe quedar planteado a partir de proyecciones que muchas veces son a 5, 10, o 15 años vista. Hay que analizar mercados, estimar ingresos futuros (precios y cantidades), costos de mano de obra, insumos críticos, tarifas, etc. La variable cambiaria no es inocua, dado que quien invierte dólares o euros pretende recuperar dólares o euros. Esto parece obvio, pero durante muchos años no fue así. La decisión de invertir emerge, en general, luego de un proceso analítico riguroso.

Una vez tomada la decisión de invertir, el dinero fluye secuencialmente. Hay que definir localizaciones, pedir habilitaciones, realizar planos, estudios de impacto medioambiental, aguardar  aprobaciones, estructurar el financiamiento, negociar contratos, etc. Es como construir una casa: nadie le entrega al arquitecto el monto total de la obra el primer día. Y nadie espera que la casa esté lista al día siguiente.

En cuanto al impacto sobre el empleo, definitivamente existe, también tiene una secuencia temporal, y la relación entre inversión y empleo depende del tipo de sector. Los hay más intensivos en mano de obra (construcción) y más intensivos en empleo calificado (industria de software, servicios profesionales) o en capital (agricultura extensiva). El empleo de calidad que acompaña a grandes proyectos de inversión implica no sólo salarios sino también obra social, aportes previsionales, guarderías y una serie de elementos que mejora la calidad de vida de los empleados y sus familias.

Reactivar una economía a través del consumo es más rápido pero genera tensiones inflacionarias de no existir capacidad ociosa. Reactivar a través de la inversión es más lento pero sustentable y multiplicador.

En la vida hay que ser realista. No esperar inmediatez en aquellos procesos que por su complejidad no pueden ser inmediatos. Argentina tiene que tomar conciencia que nuestro comportamiento pendular en relación al capital (del combate a la seducción y nuevamente al combate) no es inocuo, porque los agentes económicos se mueven por expectativas, pero también tienen memoria. Y los vaivenes hacen que todos pidan más explicaciones. Los inversores extranjeros también toman muy en cuenta el comportamiento de sus pares locales. Y para todos la seguridad jurídica es fundamental.

La inversión, como la educación (que no es otra cosa que inversión en capital humano) requiere de tiempo. Necesita de una dirigencia y una sociedad que piensen al país en el largo plazo. El cortoplacismo y el consumismo han condenado a la Argentina a situaciones de pobreza estructural y exclusión que no son fáciles de revertir.

Pero para alcanzar estos objetivos son imprescindibles el trabajo, la constancia, la reconstrucción institucional, la credibilidad y el trabajo conjunto entre el sector privado y el público. Como sociedad debemos entender que  este proceso lleva tiempo, pero vale la pena.

por Alicia Caballero*

elDial.com, 15 de julio de 2021

*Alicia Caballero es Doctora en Economía y Decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina.

Bibliografía
· IMD World Competitiveness Center, 2020 Yearbook
· World Bank, Statistical Series, 2021 · Giugale, Marcelo M.: Economic Development, what everyone needs to know, Oxford University Press, 2017
· Caballero, Alicia I: Economía Argentina en Presente y Futuro, Editorial EDUCA, 2000