El presidente de los Estados Unidos acaba de lanzar una iniciativa, que corresponde sea analizada, tendiente a implementar medidas urgentes, para prevenir la pérdida de vidas, y bienes, como consecuencia de las intensas olas de calor que azotan partes de su  país, con secuelas de sequías, incendios y fallecimientos.

Si bien el Congreso Nacional ha dictado normas tendientes a enfrentar el riesgo de incendios forestales, rurales, y conexos debido al incremento de los mismos sufrido en los últimos años por  Leyes 26.562, y 26.815 y los decretos 20 42/2009 6/20 22 etc., cabe advertir lo incompleto de dicha normativa, orientada exclusivamente dichos supuestos. Sabido es que el fuego espontáneo ha existido en nuestro territorio, incluso antes de la llegada de los europeos a estas tierras, e independientemente de la presencia de poblaciones.

En mi opinión, sin entrar a discutir el mayor o menor influjo de la actividad humana en el cambio climático este aumento de las temperaturas  y otros desordenes climáticos , ha tomado un giro violento cuya extensión no podemos prever. Se trata pues de proteger a las personas y a los bienes, creando las condiciones de microclimas que aseguren la habitabilidad humana, y la protección además, en el caso nuestro, de uno de nuestros principales activos, que son los rodeos y cultivos rurales. Es notorio, en los campos el estrés por falta de humedad y el excesivo calor que afecta a las haciendas, que buscan sombra para protegerse. Si esto viene ocurriendo en veranos menos cálidos, se intensificará sin duda en el futuro.

En cuanto a las personas, algunas ciudades del sur de Europa, por ejemplo, en Granada hace ya años que se extienden toldos de sombra en calles que carecen de arboledas. Y en otras, como Bruselas se están instalando jardines verticales en las paredes, para amortiguar el efecto del extremo calor. También se acude a humidificadores de ambientes al aire a la libre, creando una atmósfera húmeda por medio de rociadores, que atenúan las temperaturas extremas.

Afortunadamente muchas de  nuestras calles en general han sido arboladas. Pero sería aconsejable sobre todo en las barriadas más humildes, planificar y facilitar el pintado de las viviendas con colores claros, que reflejen y no absorban el impacto solar.

En el caso de nuestros campos, no cabe duda que la difusión de las áreas de sombras va a ser imprescindible en para proteger las haciendas que son uno los activos importantes de nuestro país. Es preciso asimismo prever el establecimiento de reservorios acuíferos como ya aconsejaba Florentino Ameghino, en el siglo XIX, evitando en lo posible desaprovechar los recursos hídricos disponibles, que hoy están siendo canalizados hacia el mar. También, ya a mediano plazo incentivar los estudios sobre cultivos resistentes a la sequía y la protección ante otros eventos extremos, como las heladas y el granizo.

Esto requiere pues un rápido planeamiento y la previsión de fondos con estos propósitos, incentivando la participación privada por medio de líneas de crédito  orientados a obras urgentes de protección preventiva de las más que probables olas de calor y desordenes climáticos.

por Roberto Antonio Punte