LA ODISEA DE LOS GILES, la clave tras el éxito argentino

Una producción de Ricardo Darín e hijo (el consagrado Chino) y la dirección de Sebastián Borensztein son razones suficientes para que esta película se convierta en un gran éxito. Si a eso le sumamos la presencia (además de los dos actores mencionados)  de Luís Brandoni, Rita Cortese, Verónica Llinás, Carlos Belloso y Daniel Araoz, el éxito está asegurado.

En un pueblo del Noroeste de la provincia de Buenos Aires, un grupo de vecinos se organiza para crear una cooperativa y recuperar la economía de la zona tan dañada por la desaparición del tren que pasaba por allí. Aportan sus ahorros en dólares, fruto del esfuerzo de sus trabajos, pero  estamos en el 2001 y el Corralito está a un paso de implementarse en el país con sus desastrosas consecuencias.  Más allá de este fraude que sufrieron todos los argentinos, estos pueblerinos sufren otro robo pergeñado  por personajes siniestros vinculados al banco donde tienen depositados sus ahorros. Teniendo información anticipada de lo que se vendrá, estos villanos labran una estafa para quedarse con todo el dinero de los pobres giles a los que hace alusión el título y allí comienza su odisea para recuperarlos.

Según el acervo popular, la palabra “Gil” se usa, entre otras acepciones,  para definir al laburante honesto. En nuestra sociedad lamentablemente, aquel que no se vale de tretas y engatusamientos, es considerado un poco lelo.

De ahí en más estos ingenuos se unirán para dar el golpe de sus vidas, recuperar el dinero perdido y recobrar también sus ilusiones. Como dice la voz narradora de Darín: los giles terminan aprendiendo después de tantos golpes, a no bajar los brazos. Así se erigen los personajes de Ricardo Darín y Luis Brandoni  como los líderes de la banda y son secundados por un grupo variopinto y de lo más gracioso que constituyen diversos estereotipos argentinos bien reconocibles.

“La odisea de los giles” es una comedia satírica de humor negro y como toda sátira permite una reflexión vinculada a la realidad que se vive hoy. Aunque está ambientada en la crisis del 2001 no podemos dejar de asociarla al presente y considero que esto potencia aún más su éxito de público. Hay una frase crucial que dice el personaje de Darín  “Qué más nos puede pasar, si peor no nos puede ir “… y luego viene la hecatombe del corralito. Pareciera que esa frase se puede aplicar de forma recurrente a varias épocas de la historia argentina contemporánea, independientemente del gobierno de turno, con sus sucesivas crisis. Lejos quedaron los tiempos de nuestros abuelos y bisabuelos que llegaron a estas otrora prósperas tierras, cuando el esfuerzo honesto daba resultados positivos: el crear una empresa o fábrica o fundar un pueblo. Muchos de los sueños que se les cumplieron a nuestros antepasados, hoy día ya están perdidos, como el de estos sufridos protagonistas.

La historia adaptada de una novela de Eduardo Sacheri, pertenece a ese género de películas que giran alrededor del robo de un botín para hacer justicia entre los más desamparados por el sistema. Un género que siempre ha despertado la simpatía del público (desde las épocas de “Robin Hood”) y aquí, sobre todo,  gracias a las grandes estrellas que encarnan a estos giles que finalmente aprenden a defenderse. Una película efectiva para los argentinos  que, inmersos en otra crisis, nos permite hacer catarsis. Y tanta falta que nos hace!

Lic. M. Andrea Piazza