Lic. María Andrea Piazza

 El realizador italiano Paolo Genovese vuelve a la pantalla tras el boom internacional de Perfectos desconocidos (Perfetti Sconosciuti, 2016) con una historia coral  llamada Los oportunistas (The Place, 2017). Sí en la realización anterior el celular era el objeto que disparaba el conflicto central, aquí de nuevo se plantean cuestiones existenciales sobre la dualidad moral del hombre común. Ambas historias sucedían en un único lugar, en el caso de “Los Oportunistas” es un bar llamado “The Place” (Traducción, “El Lugar”, justamente porque así de indefinido es ese bar, no se sabe en qué ciudad estamos, puede ser cualquiera porque la naturaleza humana es la misma en todas partes).

Un hombre misterioso se sienta todos los días en la misma mesa del restaurante, aceptando conceder los mayores deseos de sus visitantes a cambio de que realicen tareas de lo más peculiares. Ninguna es fácil de llevar a cabo y puede conllevar el ir en contra de tus propios códigos éticos. Mientras que “Perfectos desconocidos” funcionaba como una comedia cínica de la sociedad actual, esta nueva película se circunscribe más en el drama moral y parte de la pregunta ¿hasta dónde serías capaz de llegar para cumplir tus deseos? Allí es dónde la parte más oscura del ser humano se pone al descubierto. El desconocido está alli tan solo para “alimentar a los monstruos”. Cada uno de los personajes que se sienta frente al hombre, no quiere tan solo una esperanza de realizar sus sueños, quiere una certeza.

Ese hombre sin nombre ¿es un moderno fausto, haciendo que la gente venda su alma para conseguir lo que desea más que nada en el mundo? o ¿es un dios que juega con nosotros como tirando los dados de nuestro destino? También puede ser un demiurgo (maestro, hacedor) escribiendo en su agenda un entramado de relaciones entre los personajes, ya que cada uno modifica algo de otro aunque no se crucen. Los pone al límite, y allí es donde hombre y mujer llegan a su parte más oscura ante circunstancias extraordinarias. Aunque es mucho más fácil culpar al que está enfrente: “no tengo opción” es la frase que se repite, pero siempre hay una última elección que es puramente personal.

En “Perfectos Desconocidos” el celular era la caja negra que guardaba todos nuestros secretos, aquí es la agenda que ese hombre de apariencia inapelable consulta para asignar las tareas a cumplir en el pacto, la que de algún modo lleva a los personajes a descubrir su lado oscuro y a decidir qué hacer con él. “Dentro de nosotros siempre hay algo terrible bien escondido, quien no está obligado a descubrirlo tiene mucha suerte”, dice una dulce anciana que se sienta a esa mesa.

La historia va más allá de la lucha entre el bien y el mal en nosotros mismos,  nos hace reflexionar que cuando cumplimos nuestros deseos, esto parece que no basta. Y que a veces la felicidad está por otros caminos diferentes a los que decide el hombre. La intención del director fue dar una sutil mirada esperanzadora que se percibe en el final y especialmente en ese rostro sutilmente expresivo de Valerio Mastandrea detrás de la máscara de su misterioso personaje que no es tan indiferente como parece.

Por supuesto no es una película para quien busca acción pero sí para los que les gusta debatir al salir del cine.

Lic. María Andrea Piazza (dicta charlas de análisis de cine. Informes al 4803 6023 o [email protected])