La “evolución” de Buenos Aires.

Desde que Pedro de Mendoza en el lejano febrero de 1536 fundara  la Ciudad y Puerto de Santa María del Buen  Ayre,  que  en 1580 refundara Juan de Garay,  sucesivos hitos históricos acompañaron el desarrollo territorial de Buenos Aires.    Ciudad y puerto cabecera de la Gobernación y del Virreinato,  sede de la resistencia en las invasiones inglesas y cuna de la Revolución de Mayo,  que sembró hacia las ciudades del interior del territorio.  Desde la primera batalla de Cepeda, en 1820 en la que su gobernador  fue derrotado por las fuerzas federales de Estanislao López y Francisco Ramírez y hasta la batalla de Caseros,   donde nuevamente su gobernador fue derrotado por las fuerzas del interior y marcaron su separación de la Confederación, Buenos Aires vivió conflictivamente su fraternidad argentina.

Hizo falta una nueva derrota –la segunda Cepeda- y sobre todo, la inspiración luminosa de Juan Bautista Alberdi para convencer a Urquiza que el camino de la unión nacional debía primar por sobre toda otra realidad y por ello no debía ejercer  los “derechos  de la victoria militar” sino en cambio poner  fin al largo proceso de disgregación nacional.  Para eso convoco al Pacto de San José de Flores, que la historia recuerda como “de la Unión Nacional”. Que fue lo que facilito el reingreso de Buenos Aires a la Confederación,  a partir de entonces,  la  Nación Argentina.

Dolorosos y complejos conflictos se sucedieron sin que nunca más esa unidad hubiera sido interrumpida.   Aun con sangrientos choques armados con el interior, sin embargo Buenos Aires cedió y federalizo el territorio de la Capital Federal, fundo La Plata,  se organizó constitucionalmente con sus tres poderes como el resto de las provincias, se dividió en municipios y recibió como el resto de la Argentina, a millones de inmigrantes, “hombres del mundo que quisieron habitar en su suelo”, conforme el Preámbulo de la Constitución. Millones de hombres fueron llegando desde hace más de siglo y medio desde el interior argentino y también de más allá del Atlántico.

En 2020 Buenos Aires  representa políticamente dos realidades muy diferentes que se confunden en un claro dilema de sub-representación política marcado por la desproporción, la desmesura  y el desorden.

La sub representación.

En 2020 habitamos en Buenos Aires 20,5 millones de habitantes: 3 en la llamada Ciudad Autónoma; y 17,5 millones en el territorio provincial. Es decir sobre el total de 45 millones de argentinos que el INDEC estima para este año, algo más del 45% somos de ambas “Buenos Aires”.  Las 24 jurisdicciones políticas están representadas  el Senado Nacional por 72 Senadores.  Pero aunque todas las voces valen lo mismo, no todas las provincias pesan lo mismo.  Cada uno de los 6 senadores de CABA y PBA, en conjunto representan a 3,417 millones de ciudadanos.  En las restantes provincias,  en promedio,  cada uno de los  66 Senadores nacionales,  representan a  370 mil ciudadanos.

Está fuera de discusión que los ciudadanos están representados en la Cámara de Diputados y que es allí donde debe darse el debate sobre la cantidad de representantes, revisando el piso de 5 diputados para las provincias menos habitadas que incorporo la ley hoy vigente.  Cuarenta años después esa anomalía ha sido parcialmente corregida por el crecimiento demográfico: si se adecuara ese número después del próximo censo, como lo manda la ley, Buenos Aires debería sumar unos 18 diputados. Y las provincias menos habitadas al quedar en 3 de piso cederían aproximadamente ese número.  No aumentaría el número de diputados nacionales, pero la distribución se ajustaría a la actual poblacion.

Desproporción, desmesura, desorden.

Las consecuencias de la sub-representación política de Buenos Aires se traducen en una maraña de complejidades cada día más difíciles de resolver, que los sucesivos gobernadores no logran organizar. No es humanamente posible organizar a 135 intendentes municipales elegidos para gobernar distritos de tamaño y situaciones extraordinariamente disimiles, donde vivimos los 17, 5 millones de bonaerenses. Tampoco legislar en común los requerimientos de los productores agropecuarios del interior,  la infraestructura para los diferentes puertos, la optimización de sus abundantes aguas que riegan su fertilidad, los cordones industriales en la costa del Rio Paraná y las cercanías de los aglomerados urbanos de CABA, Mar del Plata y Bahía Blanca;  las parrillas ferroviarias para mover la producción, la trazabilidad de la producción a exportar, el auspicio a su riquísima creatividad juvenil, el dinamismo ciudadano de una decena de grandes ciudades en el interior, la diversidad de sus  expresiones culturales o  la sostenibilidad de la provisión alimentaria de los 15 millones  de habitantes en los cordones urbanos de la CABA.

Al día de hoy todo es desproporcionado en Buenos Aires. Todo es desmesurado. Todo esta desordenado. Incluso su organización administrativa superpone regulaciones que ya no articulan los servicios necesarios para la población, resultando anacrónicas. Los resultados están a la vista; su ingobernabilidad es manifiesta.

Hay que re-pensar cómo organizar el enorme potencial de su territorio, las capacidades creativas y laborales de sus 20 millones de habitantes, como devolver la armonía social a una Argentina que tironea de la “manta corta” de los recursos fiscales, de manera confusa,  egoísta, individualista y desestructurada.

Hay que repensar la gobernanza de Buenos Aires. De “todas las Buenos Aires”. Desde cero y compartiendo un espíritu amplio y generoso como el que inspiro los actos constituyentes y fundadores de los gobernantes y gobernados del siglo XIX, de los vencedores y vencidos de sus sangrientas batallas. Pero que posibilito un extraordinario tiempo en el que Buenos Aires fue un foco de atracción mundial que esta nueva dirigencia puede recuperar para beneficio de sus ciudadanos. Ese es el espíritu que hay que retomar ahora, cuando la pandemia dejo al desnudo la inviabilidad de la Buenos Aires actual.

Todo modelado en la austeridad, la eficacia, la planificación y la orientación a resultados. Pensar provincias nuevas donde los problemas se puedan anticipar y las diferencias se zanjen sin necesidad de reclamos violentos, porque las instituciones de la democracia generan espacios y oportunidades para tratarlos. Reforzando los roles de cada gobierno municipal, generando cercanía vecinal y  transparencia en la gestión orientada al servicio de los ciudadanos. Y todo referido a cinco provincias con  gobernaciones de dimensiones abarcables, parlamentos unicamerales y energía de articulación detrás de objetivos nuevos o recreados, pero posibles, lejos de los centralismo anacrónicos de la actualidad en La Plata o peor aún, imposibilitados por la sobreabundante burocracia nacional.

Regiones  y coparticipación.

Hay dos grandes temas para poner sobre la mesa antes de pasar a la propuesta que queremos compartir. Primero visualizar el concepto de región, creación del constitucionalismo moderno que se expandió en el mundo a mediados del Siglo XX y recogió la reforma constitucional de 1994, aunque quedo en el olvido después de la crisis del 2002. Repensar el país en términos regionales crea un espacio de integración de provincias cercanas, fomenta hermandades y genera un significativo ordenamiento que permite ganar eficacia en temas estructurales y ahorra recursos siempre escasos. En armonía con el inc 19 del art. 75 es hora de aplicar el art 124 de la Constitución Nacional que en lo pertinente establece que” las provincias podrán crear regiones para el desarrollo económico y social y establecer órganos con facultades para el cumplimiento de sus fines y podrán también celebrar convenios internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación y no afecten las facultades delegadas al gobierno federal o al crédito público de la nación, con conocimiento del Congreso Nacional…” .

El segundo tema a considerar es  cambiar radicalmente los lineamientos de las políticas fiscales nacionales, eliminando la coparticipación y redistribuyendo las potestades tributarias conforme las previsiones constitucionales y los usos y buenas prácticas de los estados federales contemporáneos:  los impuestos nacionales para concentrarse en financiar las actividades de la Nación, reduciendo las estructuras de los ministerios nacionales en el interior y sustituyendo  los programas de” ayuda a las provincias” por  programas de desarrollo específicos donde sea posible y se acuerde aplicarlos durante un cierto número de años.

La propuesta

Las anotaciones precedentes y las dificultades que evidencio la pandemia ponen de resalto la oportunidad  del planteo que elaboramos con Jorge Colina y que resumo a continuación (*)

En la legislatura bonaerense se puede dictar una ley que divida la Provincia en cinco nuevas provincias reunidas en dos regiones y así organizadas.   Lo que constituiría una simple readecuación de Buenos Aires, como a lo largo de la historia, a los tiempos  nuevos, para mejor servir a sus habitantes.

Y dictar nueva legislación imbuida de un criterio de simplificación administrativa y modernización de la gestión que permita la realocación de recursos humanos y  el cuidado de los derechos adquiridos en simultaneo con la transformación de una situación que no está permitiendo en  la actualidad superar el estancamiento y la pobreza que se genera en su consecuencia. 

Cada nueva provincia con su gobierno provincial, su legislatura unicameral y sus propios senadores nacionales.

Región Buenos Aires.

Provincia de Buenos Aires del Norte, con capital en San Nicolás de los Arroyos. Unos 2,2 millones de habitantes, con los partidos del norte provincial.

Provincia de Buenos Aires del Sur, con capital en Bahía Blanca. 1,250 millón de habitantes, incluyendo los partidos del sudoeste y sur provincial.

Provincia de Buenos Aires Atlántica, con Capital en Mar del Plata  y 1,4 millón de habitantes. Comprendiendo los partidos del centro y la costa atlántica.

La Región Urbana Federal

Provincia de Luján, en el conurbano norte, incluyendo la mitad de La Matanza, bordeando la CABA, con capital en Lujan y 6 millones de habitantes.

Provincia de La Plata, en el conurbano sur, con 6,250 millones de habitantes  y capital en la actual cabecera provincial.

Estos dos provincias más la CABA articulando la Región Urbana Federal. 

Hay un desafío extraordinario que es pensar entre todos la región más poblada de la Argentina, con 15 millones de habitantes,  que representan el 33% de los argentinos: como organizar sus entornos, a semejanza  de las grandes ciudades de nuestra época, integrados en un todo, en beneficio común.

Recapitulación.

La tabla siguiente ilustra la distribución poblacional del país, entremezclando las nuevas con el resto de las provincias argentinas. Queda acreditado que la desmesura se equilibra, aunque aún las provincias de La Plata y Lujan serian la primera y segunda más pobladas del país.

Hay una extraordinaria cantidad de datos para analizar la propuesta. Entre otras, mirando el PB geográfico, cada una de las tres provincias de la región Buenos Aires tendría una capacidad productiva comparable a las provincias del área central del país.  Y aunque hemos dicho más arriba que el de los recursos tributarios es otro tema, un replanteo de los servicios nacionales volcaría una enorme cantidad de recursos fiscales a las provincias, con lo cual sus desarrollos estarían significativamente potenciados. Y la Nación podría pensar en planes específicos de promoción regional o sectorial como articulo hace cincuenta años exitosos planes que ya cumplieron su ciclo, mejorando las oportunidades en las regiones promovidas. Hoy parece ser  el turno del norte  del país y eventualmente de la diseñada provincia de La Plata.

Pero no se trata solo de datos o de ideas.  Fundamentalmente se trata de decisiones y actitudes que dirigentes y líderes políticos debemos adoptar.  Los argentinos no podemos seguir en la anomia actual y que casi la mitad de nosotros  siga sumergido, sin horizonte de esperanza y en la pobreza espiritual y material a que con nuestras ideas obsoletas los estamos condenando. 

La tensión del equilibrio actual que ha conducido a este resultado dramático e injusto debe dar paso a una integración armoniosa de las mejores y diversas oportunidades que se dan en nuestro tiempo y que impone cambiar esta realidad oprobiosa y adaptar Buenos Aires a las nuevas oportunidades para que la Argentina a siga siendo la tierra de oportunidades que forjo nuestra historia fecunda y generosa, de brazos abiertos y trabajadores.    

por Enrique Morad*

*Enrique R Morad y Jorge Colina. “BUENOS AIRES FEDERAL. Su división en cinco provincias para un nuevo Pacto de Union Nacional”. Fundación Nuevas Generaciones, Buenos Aires, febrero de 2020. www.nuevasgeneraciones.com.ar