Con motivo del aniversario de la guerra en el territorio discutido entre Rusia y Ucrania, nos vemos movidos por el dolor de los pueblos a instar a los países neutrales y a las Naciones Unidas a través de sus órganos, Secretaría General, Consejo de Seguridad, y Asamblea a movilizarse de modo de lograr un cese inmediato de las hostilidades y el inicio de un período controlado por fuerzas internacionales que mantengan separados a los beligerantes y permitan el inicio de una diálogo reconstructivo.
Frente al fundado temor de que esto sólo sirva como tiempo de recuperar fuerzas para un peor enfrentamiento, se alza en paralelo el aún más fundado temor a una ampliación a otros países, como en situaciones análogas ha ocurrido en el principio de las dos grandes guerras mundiales del siglo XX .
La historia enseña que dada la relativa estabilización de los frentes, es altamente improbable que existan batallas o triunfos decisivos, y que, en cambio , aumenten las víctimas y el territorio arrasado, estéril e inútil para la vida humana. En resumen, en esta hora siniestra tanto la preocupación por la justicia o la injusticia , por la dañada soberanía, o por el orgullo nacional respectivo, deben pasar a segundo término ante los graves peligros que se avizoran en el futuro. Y es tiempo llegado de que el nombre de los millones de habitantes de este planeta, que se consideran personas de buena voluntad, junten sus esfuerzos a fin de lograr medidas eficaces en el marco de los instrumentos internacionales adoptados en 1945.
por Roberto Antonio Punte*
*Presidente Club del Progreso. Buenos Aires, Argentina. Febrero de 2023.